Leía con dolor lo que le ha sucedido al hijo pequeño de Ramón y Celia, al menor de los Cotarelo. Evidentemente me ha causado un vuelco al corazón porque son una familia amiga en mi casa. Porque Ramón, el mayor, ha tenido en brazos a mi hijo Mateo recién nacido. Hector, el pequeño, es igualmente adorable. Porque hemos compartido veladas fraternales cuando aún vivían en Madrid y ellos han visitado nuestra casa alcarreña. Porque siento un profundo cariño hacia los Cotarelo, más allá de las discrepancias que a veces pueda una tener con el profesor. Mi cariño y estima está por encima de toda posible discrepancia o disputa política. 

Contaba Ramón padre en Twitter que sus hijos han acudido a visitar el Colegio Estudio, donde antes de trasladarse a Girona estudiaban, para ver a sus antiguos compañeros del colegio. Ya en su día sufrieron mal trato por parte de algún imbécil de su escuela. Y por desgracia ayer la cosa debió de ser bastante peor. Al pequeño le insultaron de una forma cruel y paleta. Le llamaron “catalufo de mierda”, entre otras lindezas. Y evidentemente, cuando se trata de chavales a los que has visto crecer, cuando les conoces y sabes cómo son, te duele el doble. Dos chicos educados, correctos, cariñosísimos, y además muy bien informados. Acuden siempre junto a sus padres a todas partes, y son unos chicos realmente encantadores. Ningún crío merece maltrato, evidentemente. Pero recibirlo, además, por cuestiones que tienen que ver con la ideología de sus padres es aún más preocupante. 

Hace un par de días teníamos una cena en casa con amigos. La mayoría músicos y profesores. Una de ellas, profesora de instituto, nos contaba cómo se las ve en clase con los chavales que cada dos por tres gritan “arriba España” o “viva Franco”. Nos contó que era algo habitual, y que había tenido que amonestar a dos chavales ese mismo día. Que la situación se le hacía insoportable, además de por la dificultad de dar una clase sin interrupciones, por el contenido de las mismas. 

Mi marido es también profesor. Y también ha vivido situaciones alucinantes en su colegio: gritos del mismo tipo, aberraciones que parecen de hace ochenta años están dándose en colegios. Tanto públicos como privados. 

O la historia de mi amigo, profesor de Historia en un instituto de un pueblo de Ávila. Tuvo que dar explicaciones a la dirección del centro de por qué había explicado la segunda república y había mostrado en clase una bandera republicana: un par de padres se habían quejado al centro diciendo que se estaba “aleccionando” a sus hijos “en ideas de rojos”. 

Ayer participé ayudando junto a otras madres en la organización del Carnaval del colegio de mis hijos. En el patio, mientras hacía fotos a los distintos grupos de chavales, les invité a sonreír. Mientras hacía la foto del grupo de segundo de primaria, oí cómo gritaban “arriba España”. No me lo podía creer. 

Y hoy, paseando por el centro de Guadalajara, una mujer de origen lationamericano me ha dado un papel, el mismo que repartía a todas las familias que paseaban a las cinco de la tarde por la calle Mayor. En el papel se defendía el derecho de los padres a que sus hijos no fueran aleccionados con ideas sobre sexo. Y hacían un llamamiento para concentrarse a las seis menos cuarto ante la puerta de la Consejería de Educación de Castilla-la Mancha. Como nos pillaba de camino me he acercado a ver quiénes se concentraban. Me ha llamado mucho la atención que todos ellos eran hombres y mujeres latinoamericanos. Todos. Portaban una pancarta y repartían el papelito que he mencionado. Así que me he acercado a hablar con una de ellos. 

Le he preguntado si tenían algo que ver con Vox, puesto que lo que estaban pidiendo era el pin parental. Me ha dicho que no, que son totalmente independientes. 

Le he preguntado por qué todos eran latinos, si respondía a que eran de alguna asociación cultural o que representaba a algún colectivo concreto. Y me ha dicho que a ella también le sorprendía, pero que, efectivamente, todos los que estaban movilizándose eran latinoamericanos llegados a España. He querido saber más: de dónde venía todo esto. 

Ha sido cuando me ha contado que todo empieza por un policía nacional de La Rioja. Que ha ido reuniéndoles y dándoles charlas donde les muestra videos de charlas sobre sexualidad en escuelas (supuestamente) españolas, en las que se enseña a los niños pequeños a masturbarse, donde se les incita al sexo… Le he preguntado si ese policía no les había explicado que esos videos son falsos, que ya se ha desmentido en distintos medios de información. La mujer me miraba sorprendida. He seguido preguntándole por qué un policía nacional estaba movilizando a todo un colectivo de gente inmigrante. Me ha dicho que a ella también le resultaba extraño. Le he preguntado por qué no salía él a la calle junto a ellos a repartir papeles: “porque nos ha dicho que como es policía no puede hacer estas cosas”. 

O ponemos freno a todo esto que está pasando, iniciando por ejemplo un proceso de ilegalización de Vox, o vamos a lamentarlo más pronto que tarde. Se parapetan en inmigrantes, en menores y en banderas para no dar la cara. Cuando queramos frenarlos, será tarde. 

He tratado de hablar con ella y explicarle que esta campaña es de Vox, y que parece que alguien está queriendo utilizarles. La mujer me miraba con recelo, y es normal, como que no se podía creer lo que yo le contaba de la formación ultraderechista. Le he hecho saber la opinión que tiene Vox de la inmigración. La mujer ha empezado a cambiar la cara, y yo, con todo respeto, le he pedido que por favor se informase bien de quién era el tal policía y a qué se estaban dedicando. 

Es tan grande el nivel de ignorancia que hay un caldo de cultivo excelente para cualquier barbaridad: para difundir mensajes falsos, para encabronar a la gente contra cosas que no existen, y sobre todo, para utilizar a los menores con la excusa de cualquier campaña política. Y por eso son los chavales los que se comportan como absolutas bestias, porque lo maman en casa, lo ven en la tele, y porque además hay absoluta impunidad. 

O ponemos freno a todo esto que está pasando, iniciando por ejemplo un proceso de ilegalización de Vox, o vamos a lamentarlo más pronto que tarde. Se parapetan en inmigrantes, en menores y en banderas para no dar la cara. Cuando queramos frenarlos, será tarde.