La rapidez con la que nos llega la "supuesta información" de actualidad no permite que seamos capaces de analizar con un poco de perspectiva lo que realmente está sucediendo en España. Todo está saltando por los aires y es muy posible que se trate de una detonación controlada. Aunque parezca caos.

Acaban de cumplirse los cien primeros días del gobierno de Pedro Sánchez. Poco más de tres meses, además de estío, en los que ya se han producido dos dimisiones por parte de miembros del Gobierno, una crisis de ayuda humanitaria, contradicciones respecto a la venta de armas a Arabia Saudí, pasos hacia delante y hacia atrás en la exhumación del dictador Franco, tensiones en el ejército y aumento de represión. 

Una oposición absolutamente descontrolada se ha agarrado de manera sorprendente a las proclamas de la derecha más rancia y trasnochada dejándonos ver las vergüenzas de la España franquista que ya dábamos por enterrada. Y es que resulta que parece que no serán solamente los restos del dictador lo que vamos a exhumar aquí.

Una oposición absolutamente descontrolada se ha agarrado de manera sorprendente a las proclamas de la derecha más rancia y trasnochada dejándonos ver las vergüenzas de la España franquista que ya dábamos por enterrada

Y hemos de hacer esfuerzos por conocer lo que sucede porque no se nos cuenta todo. Un ejemplo: esta semana comenzaba con la muestra de fuerza del pueblo soberanista catalán abarrotando la avenida Diagonal de Barcelona. Alrededor de un millón y medio de personas se dieron cita el 11 de septiembre para celebrar el día nacional de Catalunya, después de un verano en el que, por activa y por pasiva, se ha pretendido criminalizar el uso de lazos amarillos como símbolo de protesta social contra la situación de los presos políticos y exiliados catalanes. No había mejor respuesta que la muestra evidente de la actitud pacífica de la sociedad catalana que reivindica su derecho a poder participar en un referéndum. A pesar de la importancia que esta noticia tiene, poco se vio en los medios españoles sobre la concentración masiva, festiva y pacífica. Nada se ha dicho del civismo ni de la capacidad de convocatoria del soberanismo catalán. No interesa. Y fue así como esa misma noche, ávidos de una mejor noticia que darle a los ciudadanos españoles, se pararon las rotativas para llenar las portadas del miércoles con la dimisión de la ministra de sanidad a consecuencia del escándalo del master que, parece ser, no realizó.

Parece ser que ahora queremos homologarnos con las democracias europeas mostrándole al mundo que también se dimite por copiar en una tesis doctoral. ¿Acaso usted no ha dicho en más de una ocasión que los políticos de Europa son mucho más decentes porque dimiten cuando les pillaban copiando en sus tesis doctorales mientras, en España, no dimite nadie?

El problema es quedarse como siempre mirando la superficie; la raíz está podrida. El sistema universitario español adolece de problemas que, hasta la fecha, nadie ha abordado. Según dicen algunos expertos, más del 50% de las tesis doctorales realizadas en los últimos años en España, y que han obtenido positivas calificaciones por parte de sus respectivos tribunales, no habrían obtenido el aprobado en tribunales internacionales. La universidad española ha terminado por sucumbir al sistema de la redes clientelares que todo lo manchan en esta piel de toro. Una sociedad más preocupada del parecer que del ser se desmorona hoy mostrando al mundo todas sus vergüenzas.

Poco se vio en los medios españoles sobre la concentración masiva, festiva y pacífica de la Diada. Nada se ha dicho del civismo ni de la capacidad de convocatoria del soberanismo catalán. No interesa

Ahora que los líderes de los principales partidos políticos están bajo la sospecha de haber podido realizar trampas para obtener sus títulos universitarios (Pablo Casado ha tenido que dar explicaciones ante la justicia; Albert Rivera tiene un currículum que se transforma a cada momento, apareciendo y desapareciendo títulos; Pedro Sánchez se ha visto forzado a hacer pública una tesis que probablemente no pasaría los requisitos mínimos de un tribunal de cualquier universidad de prestigio internacional) nos tienen a todos pendientes de sus cursos, sus currículos, mientras todo se desmorona.

Poco se habla de que un actor de reconocido prestigio, Willy Toledo, ha dado con sus huesos en un calabozo. La razón: haberse expresado en libertad. Sus manifestaciones sobre Dios le han sentado ante un juez. En 2018 sigue la Inquisición. Ahora no la llamamos Santa porque hay que disimular: ya sabe que somos una democracia homologada. Un país donde la asociación de abogados cristianos está más pendiente de lo que digamos los ateos para censurarnos que de los casos de pederastia. 

Franquismo, Inquisición y títulos que se obtienen por poder. Bienvenidos a la Edad Media.