Soy consciente de que hablar de Barbie: la película es contribuir a publicitarla. De esa manera se han visto mutuamente beneficiadas la grandeza de Nolan en Oppenheimer y el divertimento con pretensiones que ha dirigido Greta Gerwig, proyectándose a la vez en las pantallas de cine y eclipsando el riesgo permanente de Tom Cruise, en sus entregas de Misión imposible.

Pero hablar de Barbie es obligado por la polémica en la que curiosamente se han visto enzarzados liberales y conservadores americanos por causa de sus particulares lecturas de la cinta. ¿Se trata de un alegato feminista de hilarante formato? ¿Es una equilibrada crítica de patriarcado y matriarcado a partes iguales? ¿O se trata sencillamente de una carambola a mayor gloria de sus protagonistas y enriquecimiento de la productora? Recuérdese que la película parte de la muñeca con la que comenzó la hipersexualización de la infancia. Barbie, y después la cantante Jordyn Jones, son el arquetipo de quien, entre niña y mujer, como cantaría Julio Iglesias a su Chabeli, crece demasiado deprisa y en el sentido más cosificador para la mujer. Bien es cierto que el novio de Barbie, Ken, tampoco es otra cosa que un comparsa (algo parecido a Yoli con Pedro y la versión que ellos mismos protagonizaron en directo de su relación), pero Barbie, la prota, resulta ser a su vez perfecto incentivo del prototipo de mujer más odiado por el feminismo. Aunque las críticas ahora van por otro lado, y ya se dice que Barbie en su mundo es una mujer empoderada. Sí, pero ¿qué, sino eso, era lo de Reina por un día, aquel programa del tardofranquismo en el que el ama de casa protagonizaba su vida durante 24 horas? En Barbieland, donde no transcurre el tiempo, ¡cada día es también el mejor día!

Ni empoderada ni feminista, Barbie es y fue siempre el ejemplo de cuantos no entran en la p... realidad más que a trompicones, y al hacerlo tampoco son demasiado capaces de dar con la puerta de salida

Debo confesar, sin embargo, que no he visto la película en todo su metraje y que hablo por boca de tráilers, esos de ahora en que uno solo resume todo el film (imposible verlos en una película de suspense si no se quiere autoinfligirse un spoiler). También he recabado información de los espectadores que he tenido a mano, con pareceres distintos e incluso contradictorios. No, no la he visto, y creo que a estas alturas de la discusión se me han quitado las ganas que tuviera de verla. No creo que haya polémica más soporífera que la que se alienta en torno a la reivindicación feminista, cuando la efectúan mujeres de éxito montadas en el dólar con constante actitud de la Barbie que critican en su participación en cualquier evento. Mientras, en los ámbitos del mundo real de poder hace tiempo que quedó atrás la polémica, y las mujeres reinan en platós de televisión, sectores empresariales, emergentes o menos, y se hacen un enorme hueco en la política, de Meloni a LePen, pasando por las nórdicas, por no retrotraernos a Thatcher, Gandhi, Bhutto o Merkel. Y por supuesto que no está todo hecho, que queda mucho todavía por hacer, pero la dinámica ya no es la de hombres versus mujeres, sino la de desposeídos frente a avaros acumuladores, o la de descabalgados de la digitalización frente al resto, sobre todo ahora que el sector de la supuesta progresía se ha empeñado en hacernos comulgar con la rueda de molino de que somos del sexo que sentimos, como si fuese elegible el “fascista” ADN que nos toca en suerte.

Para mí y sin haberla visto, lo mejor de esta polémica cinta es el guiño a Matrix que realiza cuando se le ofrece a Barbie la posibilidad de conocer el mundo real, simbolizado por una chancla mugrienta, ella dice que prefiere seguir en la inopia y se le advierte de que así no va el guion. Pero sí, sí va de eso este mundo de hoy: ni empoderada ni feminista, Barbie es y fue siempre el ejemplo de cuantos no entran en la p… realidad más que a trompicones, y al hacerlo tampoco son demasiado capaces de dar con la puerta de salida, anestesiados como están entre el chiringuito y el reggaetón. Por eso la polémica no es tal, y no entiendo por qué en todo caso no ha versado sobre la verdadera trampa, la caverna platónica, la píldora que proporciona Morfeo a Neo, nuestra negativa a mirar el mundo real. Y trascender.