El último juego que se conoce, aunque no el único, que incita a los jóvenes y adolescentes a practicar conductas de riesgo y a dejar pruebas gráficas y selfies a través de las redes sociales es el llamado blue whale o "grupo de la muerte". Los 50 retos que propone son una estrategia planificada para generar un cambio de conducta progresiva, en el cual se proponen diferentes pruebas autolesivas y autoagresivas que, progresivamente, conducen al jugador hasta el límite de la muerte (de la autolisis).

Dejar de comer, morderse, quemarse la piel, ver películas de miedo, no dormir, aislarse, obedecer órdenes autodestructivas... es la mejor manera de enfermar mentalmente y estar dispuesto a asumir los máximos riesgos con una actitud sumisa y vulnerable, con la anulación de la voluntad y la incapacidad de regenerar energía.

Las autolesiones son un trastorno de conducta que se observa en adolescentes con un gran malestar emocional, a la vez que muestran graves dificultades para tolerar las adversidades. Jugar a la "ballena azul" es una manera caótica de gestionar el odio, el padecimiento, la rabia, la sensación de soledad, de aliviar la tensión o de huir de la angustia ahogándose en el abismo. Por lo tanto, la "ballena azul" no es un juego, es un entrenamiento programado para la muerte, controlado por una persona destructiva, falsamente nombrada "curador", que domina una "ballena" confusa y sumisa, mediante una trampa mortal en la que el premio es el castigo y la muerte, a cambio de recibir su "reconocimiento".

La única vía para afrontar estos riesgos es la prevención precoz y la detección de los primeros síntomas, manteniendo una mirada atenta y comprensiva y ofreciendo o pidiendo ayuda especializada por parte de los padres, a los amigos, o los profesores.

 

Ramona Garcia es médico y psicoterapeuta.