Este miércoles ha entrado en vigor el Real decreto ley 14/2019, firmado por el presidente en funciones del Gobierno y rubricado, tal como figura en el texto, por "Felipe R.". El decreto surge, según se explica en la primera página, porque "los recientes y graves acontecimientos acaecidos en parte del territorio español han puesto de relieve la necesidad de modificar el marco legislativo vigente para hacer frente a la situación". Es decir, se legisla a partir de un caso concreto (se entiende que es la "situación" en Catalunya) para todo el Estado. Legislar ad hoc es, como se sabe, una perversión de la separación de poderes, ya que el ejecutivo hace de legislativo e invade la interpretación que tienen que hacer a los jueces de una ley general. Conclusión: en la primera página desaparece la separación de poderes.

El Real decreto asigna al Gobierno "con carácter excepcional" "la intervención de las redes y servicios de comunicaciones electrónicas en determinados supuestos excepcionales que puedan afectar al orden público, la seguridad pública y la seguridad nacional". Con eso, el estado español continúa su escalada autoritaria y entra, por la puerta legislativa, en el inquietante club de los estados que, en nombre de la "seguridad nacional", pueden clausurar páginas web y que pueden, igualmente, considerar como terrorismo el libre ejercicio del derecho de reunión y manifestación. Sin consultar a nadie ni pasar más filtros, el decreto ley permite al gobierno restringir los derechos constitucionales de los ciudadanos.

La publicación de esta norma ha alertado a varios medios de comunicación y expertos, que han denunciado paralelismos entre esta forma de actuar del Gobierno y países como Turquía, China o Rusia, de cimientos democráticos más bien débiles. Los ataques frustrados a la web y a la aplicación de Tsunami Democràtic refuerzan estas tesis.

Sabemos por experiencia que los mecanismos clásicos de la represión, basados en la violencia policial y la generación de miedo entre la población siempre han sido contestados y, al fin y al cabo, desbordados por la respuesta ciudadana. Y no hay que ser profeta para adivinar que ahora, cuando la represión llega a las nuevas tecnologías de la información, estos intentos represivos quedarán, sin duda, superados por las nuevas metodologías organizativas de la ciudadanía basadas en las nuevas técnicas de la no violencia.

La aplicación de Tsunami Democràtic pone a disposición de la ciudadanía la posibilidad de ejercer la desobediencia civil no violenta y masiva en defensa de los derechos y las libertades, y garantizar el ejercicio enfrente de la pretensión gubernamental de restringirlos y limitarlos. La aplicación tiene que permitir poner en contacto a personas de un territorio concreto para que reúnan y sumen voluntades, para que se puedan conocer y actuar justamente allí donde la legislación represiva querría paralizar posibles respuestas ciudadanas.

Esta herramienta, además, es y será útil en el caso de Catalunya, bien cierto, y de manera inminente, sin embargo, también lo podrá ser en Hong Kong, Madrid, Chile, Líbano o Puerto Rico, allí donde el ejercicio de derechos y libertades fundamentales pretenda ser restringido y perseguido por los poderes ejecutivos, legislativos o judiciales. Su poder deriva de su fuerza tecnológica. Y son un poder y una fuerza al servicio del empoderamiento ciudadano.

En los próximos días, Tsunami Democràtica hará nuevas propuestas de desobediencia civil masiva, hasta ahora no llevadas a la práctica. Desde Catalunya se está aprendiendo mucho de lo que pasa por todo el mundo, pero eso no impide la aspiración a poder hacer aportaciones surgidas en el contexto represivo específico que ha provocado el estado español. La aplicación de Tsunami Democràtic tiene que servir para extender y coordinar la lucha y el activismo con voluntad transformadora, pero nunca podrá sustituir la confianza y la solidaridad entre las personas, ya que la coordinación a pie de calle es y seguirá siendo fundamental. La tecnología está al servicio de la defensa del espacio público, de la cual se nutre y es su fundamento.

Se ha extendido, en los últimos años, la conciencia de que los teléfonos móviles serían una herramienta de control social, desde la sospecha de que "lo saben todo de nosotros". Con esta aplicación, Tsunami Democrático quiere cambiar este principio: el móvil también puede ser una herramienta liberadora y extraordinariamente potente. Desde Tsunami Democràtic, con la convicción que el auténtico poder surge de la ciudadanía organizada, se anima a pensar, reflexionar, aportar, construir. A mirar adelante. Especialmente ahora, cuando parece, por el contexto represivo, que no hay salida al embate autoritario del Estado.

Los estados en decadencia siempre pretenden hacer creer que lo tienen todo bajo control, que todo está atado y bien atado, que no hay alternativa. Lo hacen, sin embargo, desde los escombros con los que han limitado los cimientos de los sistemas democráticos, reduciéndolos a simples mecanismos de representación que ya son peligrosamente anacrónicos. La democracia no es solo votar cada 4 años (o cada 6 meses), hay que ser más ambiciosos y exigentes, depende el futuro y las oportunidades de todo el mundo.

Tsunami Democràtic es una campaña con objetivos y métodos muy definidos. Ahora bien, lo que realmente importa es que la lucha por la autodeterminación y los derechos fundamentales no está subordinada a una marca: quien encabeza el movimiento es la ciudadanía. Y eso no se puede detener. Esta es la fuerza de la gente. Y mañana será un nuevo ejemplo de ello.