Supongo que a lo largo del fin de semana el presidente Sánchez y el president Torra encontrarán algún minuto para hacer balance y evaluar los resultados de esta semana desconcertante que acabamos de pasar. Si no encuentran ese minuto en la agenda, deberían buscarlo otra vez, porque la semana que entra promete aún más desconcierto.

El president Torra puede aprovechar ese tiempo de reflexión para felicitarse por el enorme prestigio y autoridad que su figura acaba de ganar ante los Mossos, después de haberles juzgado y condenado en público; al mejor estilo del Partido Popular y Cs cuando les acusan de conformar el brazo armado de la independencia con la misma alegría e idéntica responsabilidad. Sin duda resulta muy bueno para la República que su policía esté bajo sospecha sembrada desde la propia presidencia. Alguien debería decirle al president Torra que una cosa es reclamar escrutar el uso de la fuerza por parte de los Mossos y otra convertir en referente a unas decenas de encapuchados.

También puede el president congratularse por el indudable éxito de su brillante idea de invocar la vía eslovena. Eso era lo que necesitaba justo ahora el nacionalismo catalán. En su momento de máxima división, una referencia inoportuna e inquietante que ha obligado al propio Torra a dividirse consigo mismo y corregirse sucesivamente, alegando primero que se le había entendido mal y luego que se le había entendido a medias. Alguien debería explicarle que le ha dado a la derecha la excusa que llevaba meses buscando para poder hablar de muertos.

Si endurecer el tono tenía como objetivo competir con la derecha en firmeza y calmar a sus barones; felicidades presidente, éxito total

El presidente Sánchez también puede aprovechar su tiempo para felicitarse por el apabullante éxito de su nueva estrategia. Si mandar las cartas de advertencia a un Govern que ya había rectificado, endurecer el tono y construir ese desatinado paralelismo entre el Brexit y el procés tenía como objetivo competir con la derecha en firmeza y calmar a sus barones, convencidos de que van a perder sus elecciones por culpa de los apoyos independentistas; felicidades presidente, éxito total. La derecha sale reforzada en sus tesis mientras sus barones pasan del miedo a la histeria y ya empiezan a pedir ilegalizar partidos. Alguien debería decirle a Pedro Sánchez que no tienen nada que hacer en una campaña electoral donde el debate sea quién ha sido más duro en Catalunya y que, haga lo que haga, Albert Rivera y Pablo Casado le van acusar de traidor; así que vale la pena arriesgarse y hacer política.

La moción de censura devolvió la cuestión catalana a la arena política. Hoy vuelve a estar donde quería, más le gusta y más le conviene a la coalición de derechas que ensaya en Andalucía su gobierno de España. Catalunya vuelve a ser un problema de orden público. La invitación a verse el 21-D en Barcelona que el presidente Sánchez acaba de cursarle al president Torra, aunque sea tarde, mal y con pocas maneras, supone una oportunidad para devolver la situación a la arena política y volver a hablar de política. No deberían desperdiciarla ni uno ni otro. En una semana de errores absurdos sería el mejor acierto de ambos.