La sufrida heroína griega Penélope destejía de noche lo que tejía durante día para no tener que elegir entre sus pretendientes mientras esperaba el retorno de su amado Ulises, embarcado a la busca de fama y fortuna y no tan pendiente de volver junto a su amada para conciliar la vida laboral y familiar como de triunfar en su carrera profesional como héroe clásico. A este síndrome de espera continua, sin capacidad de tomar resolución alguna mientras solo pasa el tiempo, se le denomina “complejo de Penélope” y algo parecido puede que le esté aconteciendo al nacionalismo catalán.

JuntsxCat, ERC y la CUP destejen de noche con afán aquello que tan laboriosamente alcanzan a tejer durante el día mientras unos esperan el retorno del héroe errante, otros anhelan la confirmación definitiva de su muerte política, algunos ya tienen preparado su discurso de agradecimiento y toma de posesión, muchos esperan un milagro y unos cuantos ni siquiera saben muy bien qué esperan exactamente.

Nadie parece tener claro si lo urgente y lo prioritario pasa por recuperar el autogobierno, o por formar un gobierno que pueda gobernar, o por seguir adelante con la República, o por encontrar un president que pueda presidir, o por inventar un encaje honorable para Carles Puigdemont, o por inducir al president y a Toni Comín a renunciar a sus actas de diputados para facilitar una mayoría operativa, o por liberar a los presos de su injusta e injustificable prisión... La dispersión se ha vuelto tan absoluta que ya no sabe nadie, o si lo sabe se lo calla, qué es lo más urgente y cómo debería ir el orden de prioridades.

JuntsxCat, ERC y la CUP destejen de noche con afán aquello que tan laboriosamente alcanzan a tejer durante el día mientras unos esperan el retorno del héroe errante

El nacionalismo catalán debería pararse un momento a clarificar, sin complejos y sin tacticismos, sus prioridades. Siempre resulta preferible detenerse a continuar dando tumbos, se pierde mucho menos tiempo y se consiguen mejores resultados. El bloqueo actual solo tiene un ganador: el gobierno de España.

Si el nacionalismo cree que Mariano Rajoy acabará moviendo ficha porque está incómodo con la actual situación y cuenta las horas para quitarse de encima la aplicación del 155, se equivoca por completo. En una guerra de desgaste y espera, Rajoy resulta invencible; lo ha demostrado sobradamente. Puede esperar el tiempo que haga falta en la actual situación mientras prorroga los presupuestos, desgasta a Ciudadanos por su inutilidad como fuerza más votada en Catalunya, alimenta la guerra psicológica nacionalista y le endosa toda la factura jurídica y política al Tribunal Supremo.

Que el juez Pablo Llanera haya abierto de manera injustificable la caja de Pandora de denegar a Jordi Sànchez el ejercicio del derecho fundamental de sufragio, inviolable sin que medie sentencia condenatoria, inicia una vía penal y constitucional para el nacionalismo que acabará, inexorablemente, en la nulidad de todo el procedimiento. Pero eso no va a suceder mañana, ni arregla nada hoy.