Como a Joaquín Sabina, a ERC también le sobran los motivos. En este caso, para bloquear el nombramiento senatorial de Miquel Iceta. Precisamente por eso debió dejarlo pasar y no cometer un error que puede resultar muy costoso a cambio de nada. Aparte de dar satisfacción a quienes nunca están satisfechos, por definición y porque viven de eso, cuesta apreciar mayor ganancia.

Además de exponerse a una dolorosa derrota legal, crear un problema donde no lo había con la futura investidura de Pedro Sánchez y facilitar ese victimismo que los socialistas exprimen como nadie y ya han empezado a amortizar con sus propuestas para el Congreso y el Senado, los republicanos han dilapidado otra ocasión de superar la prueba del algodón de la madurez de un partido de gobierno: demostrar que sabes resistir la tentación de obtener una ganancia rápida en favor de un beneficio superior y sabes distinguir un calentón de una batalla que merezca ser librada.

Los republicanos pueden alegar, con razón, que los socialistas no han puesto mucho de su parte para que algo saliera bien. No parece un buen comienzo que ni se tomaran la molestia de hablar lo de Iceta antes con ellos que con los medios, estando como estamos en plena campaña electoral. Suma otro desacierto garrafal, además de un modo bien poco fino de entender la política, pactar con PP, Cs y UP una Mesa del Congreso donde solo estarán presentes los partidos estatales y se equipará de la manera más zafia dejar fuera a la derecha extrema y a los nacionalismos, como si fueran amenazas que fuera bueno evitar. No haber puesto la voluntad política para que Instituciones Penitenciarias facilitase la participación de Oriol Junqueras en el debate electoral de TVE3, en lugar de excusarse en el ridículo argumento de los horarios de la prisión, firmó el remache a una sucesión de catastróficas desdichas y malos cálculos.

Los republicanos pueden alegar, con razón, que los socialistas no han puesto mucho para que algo saliera bien

Parece obvio que los socialistas siguen pesando que aún estamos en el escenario de la moción de censura: los demás disponen y ellos proponen. Alguien tiene que recordarles, con educación pero con firmeza, que ahora gobiernan con 123 diputados y, si las cosas no salen, es culpa suya. Pero no así, a las bravas y con una decisión donde el malo pareces tú. La sutileza siempre es la mejor arma del político sensato.

Si los socialistas han utilizado lo de Iceta para cerrar la boca a quienes les acusaban de tener pactos ocultos con los nacionalistas, no se les arrienda la ganancia. En unos días será tan obvio y tan burdo como Ortega Smith negando su momento “falangista boy”, además de revelar de nuevo cuánto le tiemblan las rodillas ante el discurso de la plaza de Colón. Puede que ERC piense en chubascos, pero los socialistas se mueven por tormentas y a ambos lo que les conviene es un buen anticiclón de las Azores.