En una situación de normalidad, la elección del presidente del TSJC sería una nota a pie de página o lo que en lenguaje periodístico se llama un suelto, que equivale, más o menos, a un espacio correcto, pero poco destacado. Sin embargo, no es este un caso normal desde el momento que el presidente del CGPJ y del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes, decidió vetar la reelección de Miguel Ángel Gimeno por el malestar existente en las altas esferas de Madrid por lo que se entiende que es una lentitud inaceptable en la instrucción de la querella por el 9N contra el expresident de la Generalitat Artur Mas, la exvicepresidenta Joana Ortega y la exconsellera Irene Rigau. Lesmes sentenció a Gimeno, miembro de la progresista Asociación Jueces por la Democracia, y empezó a buscar un candidato más acorde con sus posiciones. El nuevo presidente del TSJC, Jesús María Barrientos, que presidía la sección octava de la Audiencia Provincial de Barcelona, es el candidato de la mayoría conservadora del CGPJ, que lo ha escogido por doce votos a nueve frente a Gimeno.

Barrientos, en el informe como candidato al cargo de presidente del TSJC que presentó ante el CGPJ, apuntaba que veía dificultades para mantener relaciones normales con el president de la Generalitat y con el Parlament, y también preveía que tras los resultados del 27S habría serias dificultades para el mantenimiento de los cauces normales de la relación institucional. Su posición crítica con el soberanismo le ha ayudado en el sector conservador, seguramente en la misma medida que ha perjudicado a Gimeno, un magistrado prudente en las formas y discreto en sus pronunciamientos. Lo cierto es que en menos de tres años se ha remodelado primero la Fiscalía de Catalunya, con el cambio de Martín Rodríguez Sol, destituido en junio de 2013 por defender una consulta dentro de la legalidad, y ahora con el relevo de Gimeno por Barrientos. En el trasfondo de los dos cambios está la consulta del 9N, que ha tenido un efecto devastador en los diferentes ámbitos de la justicia si se añade además la dimisión del entonces fiscal general del Estado Eduardo Torres Dulce, en diciembre del 2014.

Habrá que ver ahora en qué se traduce el cambio de Gimeno por Barrientos, ya que el presidente del TSJC tiene un papel importante en la instrucción judicial por el proceso participativo del 9N. Bien sea como presidente, que podría formar parte del tribunal que juzgaría a los acusados, como, por el contrario, si se opta por el archivo de la causa, dado que también sería uno de los tres magistrados que revisaría esa decisión. En cualquier caso, una posición esencial que explica los movimientos del presidente del CGPJ.