La elección de los 77 miembros del secretariat de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) ha supuesto una severa crítica al equipo que ha estado pilotando la entidad estos últimos doce meses. El hecho de que de los cuatro candidatos más votados, tres formen parte del denominado sector crítico da una idea de cual es la posición de los miembros de la asamblea que acudieron a la jornada de votación del sábado. Tampoco debe pasar desapercibido que igual que hace un año la dirigente más votada ha sido la escritora norteamericana Liz Castro.

El presidente de la entidad, Jordi Sànchez, ha sido el segundo más votado, a una distancia de 66 votos de Castro. Aunque si lo miramos con la perspectiva de hace un año, que quedó cuarto, ha ganado posiciones, el hecho de que ahora se presentaba a la reelección empaña su resultado. También es relevante que la tercera y cuarta posición la ocupen dos críticos como Quim Torra y Antonio Baños.

Se abre ahora un período que concluirá el próximo sábado con la elección del presidente. Sánchez, que aspiraba a la reelección, parte en una posición de desventaja aparente. Los tres nombres de la candidatura alternativa -Castro, Torra y Baños- son reticentes a dar un paso al frente. Pero sería importante que el principal objetivo de estas negociaciones no fuera tanto el nombre del nuevo presidente sino la confección de un equipo que permitiera recuperar la ilusión fundacional de la entidad. Para ello serán necesarias cesiones y un compromiso de unidad. Solo así, la ANC volverá a ser lo que fue.