Otra vez dando vueltas a lo mismo. Las condenas necesarias e innecesarias a todas las violencias, las conminaciones a repetir mantras, las declaraciones y rectificaciones de políticos acompañadas, como nunca, de chantajes (incluso sindicales) difíciles de calificar sin perder las formas, y un montón de maniobras de salvadores de la patria cobardes y de gestores ineficientes. Los recados no deseados vía Telegram desde el poder a más de 600 km no pegan con el sentir de la gente de aquí, pero son repetidos con impudicia por los loros y cotorras de aquí. Todo sirve para atemorizar. Incluso el inicio, el próximo martes, del juicio a los cinco exmiembros de la Sindicatura Electoral del 1-O Jordi Matas, Tània Verge, Marc Marsal, Josep Pagès y Marta Alsina, juristas y profesores, acusados de desobediencia y usurpación de funciones. Después de los raperos vienen los académicos. O al revés, que les da lo mismo. Y con ellos, vecinas, CDR, alcaldesas y concejales... Lleva muy bien la cuenta Òmnium en su campaña por la amnistía: 115 causas abiertas y 950 personas procesadas desde el 2017, y 3.301 personas represaliadas bajo el Gobierno más progresista, dicen ellos, de la historia. Para unos, los del 155, todo vale para usurpar la presidencia de la Generalitat. Para otros, ni que sea por un asiento de conseller y el derecho a interferir en un gobierno que les viene muy grande y les queda muy lejos.

Y en cambio, la mayoría tenemos prisa... la ANC se adueñó de la plaza Catalunya para decir que es ahora cuando se puede conseguir un gobierno que despliegue la soberanía fiscal y promueva la lengua catalana y ejerza "su soberanía por encima de las instituciones del sistema judicial español". Habrá que conseguir una fiscalidad progresiva y por la equidad, pero también, al margen de envoltorios retóricos, las "condiciones" que pone el consejo político de la CUP para apoyar el futuro Govern de la Generalitat y jugar un papel en las instituciones no parece un imposible: "blindaje de la represión policial, la aplicación de un plan de rescate social y la reanudación del camino hacia la autodeterminación". Si estas son las propuestas fundamentales, ¿quién puede no estar de acuerdo? La prioridad, decía Eulàlia Reguant, es la de parar las hemorragias que sufre el país, traducidas en vulneración de los derechos básicos como el derecho a la vivienda o el derecho a protesta. Y esto último es puro sentido común y sensibilidad social, pero también un recordatorio de las promesas incumplidas por parte del PSOE y Podemos hechas antes de llegar al gobierno. De hecho, es una prioridad tan básica que da vergüenza discutirla.

Tenemos prisa para que, en democracia, la voluntad de la ciudadanía que votó el 14-F se traduzca en acuerdos que hagan más amable, libre y plena la vida de la gente

No se líen, políticos de los partidos independentistas mayoritarios, queriendo escoger al margen de lo que la ciudadanía ya decidió el 14-F. Sería un mal precedente... uno más. Y recuerden que para hacer las cosas bien hechas, ahora sí, con una mayoría del 52%, tienen todo el tiempo del mundo y pueden agotar los plazos de los reglamentos, pero las mujeres y los hombres, las chicas y los jóvenes que estamos a su lado, queremos desde el primer momento un lenguaje claro y una voluntad de firmeza. No nos tomen por menores de edad. Hagamos, desde ahora mismo, república de igualdad, sororidad y fraternidad entre nosotros. Porque, recuerden, tenemos prisa.

Tenemos prisa antes de que se nos venga abajo una sanidad hecha añicos por recortes y pandemias, y una financiación que de tan insuficiente da ganas de llorar. Tenemos prisa para que quede claro que no hacemos concesiones a los intolerantes ni dejamos espacio a los vividores de la política con másters de odio y misoginia (ni a monaguillos que marean la perdiz proponiendo coaliciones imposibles). Tenemos prisa para que se recuerde a Foment del Treball que ahora lo que toca son políticas sociales de verdad, y que quien decide el gobierno tiene que ser el Parlament de Catalunya y no una institución privada de la patronal catalana con un presidente de ideología tan nacionalista moderada que es también —¡vaya por dios!— vicepresidente de la CEOE. Tenemos prisa para que, en democracia, la voluntad de la ciudadanía que votó el 14-F se traduzca en acuerdos que hagan más amable, libre y plena la vida de la gente. Tenemos prisa para que quede claro que del mismo modo que ni el 1-O ni el 14-F renunciamos al derecho de voto, tampoco renunciamos a la libertad para todas las presas y presos y exiliados políticos sin terceros grados condicionados o peticiones de extradición insultantes, ni al derecho a la autodeterminación, ni a convertirse en república.

Y porque somos una nación y nos respetamos como pueblo, tenemos prisa para demostrar que todo lo que decimos de nosotros es verdad y que todo lo que atribuimos a los otros compañeros con los cuales hacemos mayoría quizás no lo sea tanto. Porque somos personas comprometidas con nuestra gente y nuestra tierra, hay que dejar atrás disputas inútiles y exigir de cada diputada y diputado lo mejor de sí mismo, superando entre todas las mediocridades, y huir de los consignismos estériles.

Pocas veces existe la suerte de tener una segunda oportunidad y esta podría ser la última. Señoras diputadas, señores diputados del 52%: nos jugamos mucho. No la desperdicien.