A los espectaculares resultados que han obtenido Amazon y Facebook, por sus negocios en la nube, los mensajes y la publicidad, se ha sumado esta semana un auténtico frenesí financiero con Airbnb, una plataforma turística de alojamiento entre particulares. La start up busca levantar fondos y en esa acción ha sido valorada en 30.000 millones de dólares, o sea tanto o más que gigantes como las cadenas Hilton o Marriors. Este despegue coincide con el inquietante frenazo del crecimiento potencial de la America Inc.

Fundada en 2008, Airbnb tiene en común con Uber, aparte de las protestas que genera en grandes ciudades como Barcelona, su expansión en valor. Uber pasó de valer 60 millones de dólares a 68.000 millones en cuatro años. Airbnb le sigue los pasos, al volar desde 30 millones a 30.000 millones de dólares.

Airbnb tiene en común con Uber, aparte de las protestas que genera en grandes ciudades como Barcelona, su expansión en valor

Estos saltos están trastornando la economía americana, a la que cuesta encontrar el camino a la rentabilidad.

En primer lugar, la productividad (cantidad de producto por trabajador), que es la la base de la riqueza de un país, no solamente no crece en EE.UU., sino que ha entrado en la fase más prolongada de descenso desde finales de 1970.

En el segundo trimestre, la productividad ha retrocedido, hasta un -0,5%, después de caer un -0,6% en el primero. El aumento de este parámetro entre 2007 y 2015 fue del 1,3%, apenas la mitad de la que experimentó entre 2000 y 2007. La tasa se ha debilitado desde el auge impulsado por la tecnología de la información de los años 90. De resultas, el crecimiento ha entrado en una senda de mediocridad. 

De resultas, el crecimiento ha entrado en una senda de mediocridad

Janet Yellen, presidenta de la Reserva Federal, ha dicho que la productividad "es un asunto muy difícil". "Algunos son relativamente optimistas, señalando el continuo ratio de innovaciones que promueven las tecnologías revolucionarias, desde terapias médicas adaptadas genéticamente hasta automóviles de conducción autónoma", señaló.  Y agregó: "Otros, sin embargo, creen que la fruta que pendía del árbol ya ha sido recogida y que simplemente hay menos margen para las ganancias".

"Existe un exceso de capacidad global", afirmó el último G-20. Una sobrecapacidad que no sólo afecta a China y al acero, sino a todo el mundo y a gran número de productos, desde el aluminio, el estaño, el cobre, el textil y el petróleo". La industria automovilística está sobresaturada y las numerosas operaciones de concentración que se dan van destinadas a reducir volúmenes.

El retroceso de la productividad se atribuye habitualmente a la falta de inversión, en maquinaria, en instalaciones, en software. La cuestión es que la edad de oro de la inversión llegó a su fin, según un informe de McKinsey Global Institute que lleva el título "Diminishing returns", editado en mayo de 2016.

El retroceso de la productividad se atribuye habitualmente a la falta de inversión, en maquinaria, en instalaciones, en software

"En los próximos 20 años, los dividendos y la revalorización del capital podrán ser considerablemente más bajos que en las últimas décadas: entre 1985 y 2014, los rendimientos reales de las acciones alcanzaron un promedio del 7,9%, tanto en EE.UU. como en la Europa Occidental. En un escenario de crecimiento lento, los rendimientos reales de las acciones podrían ser de promedio del 4-5%, más de 250 puntos básicos por debajo de la media 1985-2014". Acostumbrarse a tasas de rentabilidad mucho más modestas va a suponer un duro proceso de adaptación, según McKinsey. 

Lo llamativo es que mientras esta pauta declinista y a la baja parece ser la tónica de la economía general para los próximos 20 años, en el sector de la alta tecnología la tendencia es la inversa. Como si fueran dos mundos ajenos, que no tuvieran nada que ver.

 De momento, más que complementarios darían la impresión de que alguien podría decir que son adversarios. Como si uno de ellos tratara de enviar al infierno al otro.