Esta es la semana decisiva. La semana que acabará con la celebración del referéndum de autodeterminación. El gobierno de Mariano Rajoy está haciendo todo lo posible porque el 1-O sea un desastre y así dar más argumentos a los que dicen que el referéndum no tiene las garantías democráticas necesarias. Es verdad que cada vez es más difícil votar en condiciones. En los siete días que quedan, Rajoy y los tribunales a su servicio darán un paso más y redoblarán la represión contra el soberanismo. Todo es posible, incluso la detención del president de la Generalitat o la disolución del Govern catalán. Y es que la obsesión de Rajoy —pero también del PSOE y del PSC— es que no se celebre el 1-O. Abortarlo y así no tener que asumir el resultado. Ni en los tiempos más duros del terrorismo de ETA se violentó tanto la democracia en España. Eso si pasamos por alto la organización de los GAL. Pero, claro está, el terrorismo de Estado organizado por los socialistas ya era una ilegalidad de buen comienzo.

La maniobra del fiscal de ordenar que los Mossos d'Esquadra se sometan a la autoridad de un personaje de segunda fila del Ministerio del Interior, Diego Pérez de los Cobos, procesado por torturas a un preso de ETA y hermano del expresidente del Tribunal Constitucional y militante del PP que hacía comentarios xenófobos contra los catalanes, tiene mala intención. Los juristas demócratas no comparten que un fiscal pueda otorgarse este derecho, pero tanto da, porque el combate no es jurídico. Las autoridades españolas pasan de todo. Se sirven de las movilizaciones multitudinarias de la semana pasada, que en Madrid han convertido en tumultos, con el objetivo de controlar la policía catalana y obligar a los Mossos a impedir que los votantes puedan acceder a los colegios electorales. Rajoy querría ver hecha realidad la “confrontación entre catalanes” que proclaman reiteradamente aunque no sea verdad. No disimula para nada. No es la misma estrategia que el PP y el PSOE utilizaron en el País Vasco, pero se asemeja bastante.

Rajoy querría ver hecha realidad la “confrontación entre catalanes” que proclaman reiteradamente aunque no sea verdad

Según Rajoy y los medios madrileños que le apoyan, que son prácticamente todos, España es el refugio de la unidad, la concordia y la democracia, mientras que en Catalunya no se puede vivir en libertad. Y ese relato es abonado por el PSC cuando se suma a él con el argumento que sus alcaldes son señalados por los independentistas. La mentira es flagrante. Mientras en Catalunya se encarcela a altos cargos del Gobierno, estos alcaldes socialistas viven como quieren y nadie va de madrugada a su casa para arrestarlos. El mundo al revés, como en Zaragoza, donde los fascistas rodean a la Asamblea de Parlamentarios que el PSOE también intentó boicotear. El maltratador siempre culpa al maltratado de haberle provocado con anterioridad. Pero ya se sabe que en todas las confrontaciones las mentiras se convierten en evidencias. En las guerras, además, la primera víctima es la verdad. Pero los hechos son los hechos. Ningún alcalde socialista ha sido forzado a hacer lo que no quería, mientras que los más de 700 alcaldes independentistas son llamados a declarar en los juzgados. Unos son libres de oponerse al referéndum y los otros son perseguidos por favorecerlo. Más claro, imposible.

No todo lo que dicta un juez es democrático, en especial en España, donde hay jueces que antes eran miembros de la policía franquista o miembros del TOP

No sé qué pasará el día 1. Los opinadores soberanistas más exaltados reclaman urnas sea como sea mientras acusan a los dimitidos miembros de la Sindicatura Electoral de cobardes, que es una forma indirecta de criticar al gobierno Puigdemont. Que a estas alturas de la película haya quien quiera dinamitar al Govern catalán sólo indica hasta qué punto estos opinadores no saben en qué país viven. Los opinadores unionistas, en cambio, celebran que Rajoy haya casi anulado el referéndum con unas acciones judiciales antidemocráticas. No todo lo que dicta un juez es democrático, en especial en España, donde hay jueces que antes eran miembros de la policía franquista o miembros del TOP. Pude que unos y otros se queden con un palmo de narices. La convocatoria del referéndum se mantendrá, aunque los soberanistas tengan que asumir que no se podrá votar con normalidad. Sin una oferta de diálogo de verdad, ya no hay marcha atrás.

Votar o no ya no es la cuestión. Intentarlo, sí. Y el soberanismo no desfallecerá en su intención. El Govern y la sociedad civil están conjurados y no hay alternativa. El próximo domingo las calles se llenarán de gente con la papeleta en una mano y el DNI o el pasaporte en la otra para ir al colegio electoral a votar. Si no les dejan entrar, ocuparán las calles y no se moverán en todo el día. Será un espectáculo. De momento, los soberanistas van ganando y la prensa internacional critica el inmovilismo de Rajoy y muy poco a Puigdemont. Si esta semana sigue la represión y el próximo domingo la Guardia Civil actúa como los grises durante el franquismo, se entrará en una fase todavía más favorable a los soberanistas. Sin votar ya habrán ganado.