El sábado pasado, el PDeCAT hizo un ejercicio de exorcismo en un acto donde sólo el conseller Santi Vila mencionó a CDC. La 1ª Conferencia ideológica del nuevo partido fue una especie de presentación en sociedad de lo que los diarios han llamado el "macronismo" catalán. Todo estaba meticulosamente programado. El diálogo entre los dos presidentes, algo largo y un poco extemporáneo, y las intervenciones posteriores hasta culminar en un largo discurso de la coordinadora Marta Pascal, la joven líder de un partido que está amenazado más por la sombra alargada del pasado que por la falta de sustancia ideológica.

No ha pasado ni una semana, y el PDeCAT vivió ayer la reproducción del todos contra uno que ya hace años que dura. De hecho, se lo buscó, porque salvo la reacción final, que fue abstenerse en la votación de las dos propuestas de resolución, una de la CUP y otra de CSQP, presentadas en el pleno del Parlament para instar al Govern a acusar a CDC en el caso del Palau, no se tendría que haber llegado hasta aquí, porque el conseller Santi Vila ya tendría que haber dado la orden de actuar así en la reunión del consorcio del Palau. La mujer del césar, además de ser honesta, tenía que parecerlo. Ser y parecerlo, las dos cosas. Con sólo ser, no era suficiente. Eso es lo que pasa con todos aquellos que orbitan en el entorno convergente y parece ser que hay quien no lo quiere entender.

Si cada vez que el PDeCAT da un paso adelante hacia el futuro y él mismo se liga al pasado, está claro que da argumentos a todos aquellos que quieren ver a los nuevos demócratas muertos y enterrados. Los jóvenes nuevos dirigentes del PDeCAT hace falta que construyan un cortafuegos más potente que los que supo construir la vieja guardia convergente con la familia Pujol cuando era público y notorio, porque en Catalunya lo iba extendiendo todo el mundo, que el ahora encarcelado Jordi Pujol Ferrusola se dedicaba a hacer negocios turbios en nombre de la familia. Ahora sabemos que el drama era bastante más espectacular, pero entonces nadie del entorno del padre Pujol se plantó para decirle que ya era suficiente.

Si cada vez que el PDeCAT da un paso adelante hacia el futuro y él mismo se liga al pasado, está claro que da argumentos a todos aquellos que quieren ver a los nuevos demócratas muertos y enterrados

La buena gente del PDeCAT, aquellos alcaldes y concejales que se dedican al servicio público con tenacidad y convicción, no se merecen estar señalados por cosas que no han hecho ni han visto ni siquiera podían intuir. Es injusto culpar a toda una organización por los pecados de unos pocos. Pero la obligación de estos abnegados militantes es exigir a sus dirigentes que actúen en beneficio de todo el colectivo y no de un núcleo muy reducido de dirigentes miedosos, que se han equivocado un montón a veces y que han sido tibios con los casos de corrupción. Cuando una cosa da asco de verdad, provoca el vómito. Y eso es lo que se tiene que hacer, echar fuera lo que provoca malestar. Que los nuevos dirigentes del PDeCAT no le den más vueltas.

Marta Pascal forzó ayer que el PDeCAT se abstuviera en una votación parlamentaria en la cual CDC habría votado que no, aunque lo más lógico habría sido que los nuevos demócratas hubieran votado que sí a la propuesta de resolución, al menos para dejar con un palmo de narices a los que creen que en un país independiente un partido de centro radical no tendría que existir. Es una gran victoria para ella. Para Pascal. Los diarios no lo han querido ver así, porque los jóvenes dirigentes del PDeCAT a menudo se ven obligados a pactar con los restos de la vieja Convergència. Ahora bien, la única manera que tienen de preservar el espacio político que todo el mundo quiere destruir, incluyendo a sus antiguos compañeros democratacristianos y sus opinadores afines, es acabar de una vez con esta historia.

A pesar de la juventud de Marta Pascal, hace falta que coja el toro por los cuernos y empiece a rehacer aquello que los viejos han medio destruido con sus indefiniciones y el miedo a encarar aquello que estoy seguro de que les hizo mucho daño íntimamente, que fue descubrir que entre aquellos que se sentaban a su lado los había que no estaban limpios de culpa. El miedo siempre lleva al deshonor, para resumirlo en términos militares. CDC fue un partido dominado durante años por los machos alfa, al PDeCAT le conviene que los valores emergentes femeninos del centrismo catalán, como Neus Munté, Meritxell Borràs (ahora perseguida judicialmente) o Elsa Artadi y, claro está, la misma Pascal, se dispongan a reconstruir un espacio político que todavía no ha sabido llenar nadie. El talante no se aprende en un seminario de formación política, es un estilo.