Hace unos cuantos años, un buen amigo del deep state español me contó que los ejemplares más interesantes del BOE son aquellos que se publican en julio y en agosto; a saber, meses en que el gobierno central anuncia los aspectos más polémicos de su acción legislativa (los indultos, por ejemplo), conscientes que la mayoría del común, incluyendo a los periodistas, estará muy ocupada escogiendo hotelitos rurales de montaña para escapar de la canícula o haciéndose el sueco en el Empordà como para interesarse en seguir la actualidad, y mucho menos indignarse. Lo recordaba hace muy poco cuando sabíamos que Pedro Sánchez ha aprovechado que no lleva corbata para compartir la aprobación Prestissimo del anteproyecto de ley de Información Clasificada, un corpus legal que las élites madrileñas deben haber cavilado durante meses y que, por cosis de la vida, el presidente español ha decidido noticiar desde la piscina.

El gesto es perfectamente comprensible pues, con la excusa de superar una legislación franquista, el PSOE pondrá una capa de silencio a los secretos de Estado de los últimos 50 años (en algunos casos, con prórrogas de 10 más), asegurándose que fenómenos como el tablero de ajedrez del 23-F o el terrorismo de Estado contra ETA queden perfectamente guardados en la nevera del silencio y que, en definitiva, no se pueda inculpar en vida a ninguno de los protagonistas de asuntos de guerra sucia. Lisa y llanamente, en España los secretos de Estado serán una cosa de historiadores y guionistas de Netflix (sin subtítulos en catalán, of course). Poco importa que potencias bien celosas de los trapos sucios como los Estados Unidos tengan límites de veinte años para desclasificar documentos (25, en la mayoría de democracias europeas), porque aquí lo importante es que Tejero o Felipe González puedan morir con el puro en la boca.

Aquí aprobamos presupuestos y mantenemos gobiernos que institucionalizan la opacidad en la guerra sucia contra nuestros propios representantes. Aquí, aplaudimos el agosto de Estado y pedimos un referéndum a la maquinaria que es directamente responsable de trincharnos (todavía más) la memoria de la represión.

Si se vive en el reino de España hará falta tomarse las cosas con filosofía y alimentar muy bien a los chiquillos, porque esto nuestro (las cloacas de la Operación Catalunya contra el independentismo, quiero decir) no podrá desclasificarse hasta los años setenta del siglo XXI. Así pues, hijito mío, antes del 2072 te tendrás que divertir con un CD de los mejores éxitos del comisario Villarejo y va que te matas. A su vez, y como se puede imaginar todo el mundo, este anteproyecto (y la consiguiente legislación) contará con el apoyo del PP en un caso de amor bipartidista a primera vista y perdonadme el pareado, porque en asuntos de Estado aquí todo el mundo baila la conga al mismo tempo. A mí el asunto en cuestión me sabe mal, y no por un tema de longevidad, sino porque de todos los documentos clasificados me interesarían especialmente las negociaciones de los indultos con los presos políticos y la partidocracia indepe.

Pero lo que yo o quien sea piense tanto le da, porque el objetivo de un nuevo agosto de Estado es sellar el secretismo de la Transición y de la lucha contra el independentismo. ¿Y qué opinamos, de todo esto, aquí en la tribu? Pues, como hacía recientemente el inefable Joan Tardà en conversación con Gemma Nierga, aquí nos dedicamos a agradecer los indultos del PSOE a los presos políticos ("aceite en cojinetes", lo llamó el Séneca d'ERC) porque facilitaron la mesa de diálogo. Aquí, en definitiva, aprobamos presupuestos y mantenemos gobiernos que institucionalizan la opacidad en la guerra sucia contra nuestros propios representantes. Aquí, digámoslo todavía más crudamente, aplaudimos el agosto de Estado y pedimos un referéndum a la maquinaria que es directamente responsable de trincharnos (todavía más) la memoria de la represión. No me dirán que esto de ser catalán no es una cosa digna del más alto estudio científico.

A la espera de secretos de Estado que en el fondo ya podemos imaginar, pues, seguiremos escribiendo sobre esta corrupta y entrañable clase política nuestra. De la sordidez solo te guardas a base de trabajar, y es por eso que durante agosto seguiré escribiendo en ElNacional.cat como hago siempre. Buenas vacaciones, si las tenéis, queridos lectores.