El Govern de la Generalitat de Catalunya acaba de publicar el resultado de las balanzas fiscales del año 2021 y la cifra duele, y mucho. El espolio —sí, es eso, no puede tener ningún otro nombre que no sea sinónimo— ha sido de cerca de 22.000 millones de euros. El Departament d'Economia habla de ahogo financiero, porque no es un problema puntual, sino la pauta que define la relación establecida, normalizada, neutralizada y funcional del estado español con la ciudadanía de Catalunya. Y es así para cualquier partido político que gobierne en España.

Pretender seguir dentro del estado español, buscando el famoso encaje que todavía no se ha encontrado después de un siglo —para hacerlo corto—, es ser bien bobo o boba. Que los políticos que no sacan los votos de Catalunya escamoteen esta verdad —hay que incluso han llegado a invertir las víctimas del robo— tiene todo el  sentido. No es ético ni honroso, pero tiene la lógica de arramblar con todo aquello que se pueda a fin de que la vida de la ciudadanía que les ha votado, la de su territorio, viva lo mejor posible. Desde esta perspectiva, incluso les encuentro un cierto mérito.

El déficit fiscal que sufrimos, que acorta y limita las oportunidades de bienestar de la ciudadanía de Catalunya, es un problema circular que no nos sacaremos de encima hasta que no seamos independientes

Ahora bien, ¿esto mismo cómo deja, en qué lugar, a las y los políticos que tienen el cargo gracias a los votos de las personas que vivimos en Catalunya? ¿Cómo pueden tratar así a sus votantes? Porque me parece que tenemos claro que tanto PP, PSOE, Vox como Sumar en Catalunya —es decir, los miembros que integran estas formaciones—, para no tener que dar explicaciones, niegan la mayor. O, sencillamente callan.

De hecho, es precisamente a quien más daño hace la palabra espolio o el eslogan "España nos roba; dado que si niegas que eso pasa, ya no tienes que defender tu falta de actuación, de connivencia con esta situación. También cuanto menos se diga o menos evidente sea, más fácil es seguir engañando a tus votantes. Si es posible que el déficit y la injusticia con la ciudadanía que vive en Catalunya se haya perpetuado no es solo gracias a los primeros, a los políticos y políticas del resto de territorios que conforman el estado español, es imprescindible la colaboración de las y los políticos catalanes para que eso siga pasando. El mayor ejemplo de cinismo es ponerse de espaldas a esta realidad y después ir reivindicando —o como les gusta decir, poniendo en el centro— la agenda social. ¡¡¡Qué cara!!!

El déficit fiscal que sufrimos, que acorta y limita las oportunidades de bienestar de la ciudadanía de Catalunya, es un problema circular que no nos sacaremos de encima hasta que no seamos independientes. Y solo por eso tendríamos que redoblar esfuerzos para serlo. Todas las voces españolas o catalanas que hablan del encaje de Catalunya en España, y que han dado un paso más estos últimos días, desde las elecciones, porque necesitan los votos del independentismo, están gastando voz en la idea de encontrar y resaltar las bondades de ser al mismo tiempo españoles y catalanes; pues tendrán que empezar por encontrar veintidós mil millones de razones.