Luis Suárez apenas había tocado el balón, apenas había participado en algunas jugadas y había intentado provocar faltas, pero rondaba por ahí, por el área de Colombia, como el cazador que vigila los movimientos de sus piezas, esperando un descuido, preparando la mira de su rifle. Hasta que encontró su instante. Fue en el minuto 74. Con el partido igualado a un gol y camino del reparto de puntos. Y apareció el 9 del Barça, el uruguayo, para ganar la lucha con el defensa Oscar Murillo y cruzar un tiro raso que dejó perplejo y en la lona a Colombia que igualó el partido a cinco minutos del final.

Uruguay, gracias a ese gol de Suárez, y al anotado por “Cebolla” Rodríguez (27m.) que igualó el 1-0 de Abel Aguilar (16m.), se consolidó en el primer puesto de las eliminatorias sudamericanas para el Mundial de Rusia, en 2018.

El estadio Metropolitano de Barranquilla presentó el mejor aspecto posible. Vistió de amarillo, el color de la camiseta de su selección, sacaron pañuelos blancos los aficionados en honor al ansiado deseo de paz que persigue el pueblo colombiano. Todo parecía favorable para la selección de Pekerman, hacia un sol intenso y mucho calor, y la temperatura rondaba los 35 grados.

Pero Uruguay es mucho Uruguay. Su delantera asusta sólo oír los nombres de Lucho Suárez y de Edison Cavani. Dos jugadores de Champions League. Uno en el Barça y el otro en el PSG. Y la defensa colombiana tembló cada vez que el balón se acercó a los pies de Cavani y Suárez.

Pero el juego uruguayo desde el principio marcó una tendencia al conservadurismo, a la espera de que Colombia llevara la iniciativa y ellos responderían según lo que pasaba en el campo.

Sin James, que envió un mensaje a través de Instagram de ánimo a sus compañeros, y también sin Falcao, que deseó que el Metropolitano fuera una “caldera”, Colombia depositó sus aspiraciones de gol en Carlos Bacca, el ariete del Milan, que volvió a sumar un partido más sin marcar.

Los colombianos, no obstante, pusieron más ánimo que ideas, más voluntad que calidad. Con el partido empatado a un gol, apareció la lluvia. Bendita para los uruguayos, maldita para los colombianos que saben jugar más sobre campos secos y no encharcados.

En esas fue que Luis Suárez cazó el balón que tanto había buscado. El olfato no le falló. Stuani cabeceó y el blaugrana se fue en busca de la pelota, peleó con Murillo y le ganó, como casi siempre acostumbra ante defensas lentos, y disparó fuerte y raso. Gol. Colombia calló. El Metropolitano dejó de bailar cumbia y el carnaval de alegría se paralizó.

Pero porfió el equipo amarillo, tanto como porfía su presidente Juan Manuel Santos en buscar la paz en el país. Hasta que encontró lo deseado. Cuando ya el cabreo de los colombianos contra el Juventino Cuadrado, líder del equipo cuando no está James, tocaba sus límites. Cuadrado fue quien puso el centro para que Yerri Mina, un defensa, rematara de cabeza su centro y evitara la derrota.

El empate no es malo para Colombia y mucho menos para Uruguay. Dicen que esta eliminatoria es la más complicada de todos los grupos que esperan estar en Rusia. Colombia y Uruguay demostraron que lo que vale no es jugar bonito sino sumar en el camino de la clasificación.