El Renault Megane no volverá a contar con versiones con motor de combustión. La decisión de la marca francesa pone fin a una trayectoria de casi tres décadas en las que el compacto ha sido uno de los pilares de la gama térmica de Renault. A partir de ahora, el nombre Megane queda reservado exclusivamente para su versión eléctrica, lo que marca un giro definitivo en la estrategia de electrificación del fabricante.
Este movimiento responde a una combinación de factores que afectan tanto a la evolución del mercado como a las exigencias regulatorias. Por un lado, la normativa europea en materia de emisiones es cada vez más restrictiva, y adaptar los motores gasolina o diésel a esos requisitos supondría un coste técnico y económico difícilmente asumible sin encarecer notablemente el producto final. Por otro, la oferta actual de Renault ya incluye alternativas eléctricas en prácticamente todos los segmentos, lo que hace innecesario mantener versiones térmicas que podrían canibalizar a otros modelos de la misma marca.
Cabe destacar que la desaparición del Megane térmico no ha sido repentina. En los últimos años, Renault ha ido reduciendo de forma progresiva las variantes con motor de combustión: primero cayeron las versiones diésel, luego las híbridas enchufables y, finalmente, las opciones gasolina también han salido del catálogo en la mayoría de mercados. Con este proceso, el fabricante ha preparado el terreno para una transición sin retorno hacia una gama 100 % eléctrica.
Un compacto eléctrico con nueva hoja de ruta
A partir de 2029, el Renault Megane estará representado únicamente por su versión eléctrica, desarrollada sobre una plataforma específica y con tecnología orientada a mejorar la eficiencia y la experiencia de uso. Entre las novedades previstas se encuentra la incorporación de una arquitectura de 800 V, lo que permitirá reducir de forma considerable los tiempos de carga y optimizar el rendimiento energético.
En el periodo de transición hasta la llegada del nuevo modelo, Renault actualizará la generación actual del Mégane E-Tech con mejoras tecnológicas y de diseño, con el objetivo de mantener su competitividad en un segmento que evoluciona a gran velocidad. Sin embargo, no está previsto que esa renovación implique el regreso de ninguna motorización convencional.
Esta reestructuración también tiene implicaciones para el resto de la gama. Sin el Megane como compacto térmico, la marca reorganiza su catálogo apostando por modelos eléctricos y SUV para cubrir la demanda en ese nivel del mercado. Modelos como el Captur, el Austral o el futuro Symbioz asumirán parte del espacio que tradicionalmente ocupaba el Megane.
En este sentido, la decisión representa mucho más que un simple cambio de motorización. Supone el fin de una etapa clave en la historia de Renault y la consolidación de un nuevo enfoque de producto centrado en la electrificación total. El Megane ya no será un compacto con múltiples opciones mecánicas, sino un modelo plenamente adaptado a las exigencias de una movilidad libre de emisiones.