El atentado perpetrado por tres suicidas en el aeropuerto de Estambul del martes ha provocado 41 muertos, según el último balance. Justo después de las explosiones el caos se apoderó de la terminal, con gritos, carreras y desconcierto, al mismo tiempo de la tarea de los servicios de salvamento tratando de llegar hasta las víctimas.

La terminal quedó en un estado desolador en que se trasladó a los diversos centros hospitalarios donde se remitió a los heridos, muchos de ellos en estado grave. Para el traslado hizo falta la colaboración de taxistas a causa del colapso del servicio de ambulancias.