Primer desencuentro entre el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump y el presidente de Rusia, Vladímir Putin, en lo que parecía que serían unas relaciones más “cómodas” entre ambos bloques. La fricción ha llegado cuando la portavoz de la cancillería rusa, Maria Zajárova, ha anunciado que Rusia no devolverá Crimea a Ucrania porque “es su territorio soberano”.

"Nosotros no devolvemos nuestros territorios. Crimea es territorio de la Federación de Rusia", aseguró Zajárova, en respuesta a las declaraciones de la Casa Blanca que se espera la devolución de esa península a Kiev.

El portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, declaró ayer que Trump mantiene una "dura" posición sobre el conflicto ucraniano y "espera de Rusia su cooperación para rebajar la tensión en Ucrania y la devolución de Crimea".

El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, afirmó que la soberanía de Rusia sobre Crimea ni siquiera se puede discutir, "porque Rusia no discute los asuntos de su territorio con los socios extranjeros".

Recordó, además, que el asunto de Crimea no se trató en la conversación telefónica que mantuvieron hace poco Trump y el presidente ruso, Vladímir Putin.

Moscú
espera que cuando se recupere el buen clima en las relaciones con Washington, Rusia "tendrá la oportunidad de explicar con a los socios estadounidenses, con tranquilidad y de forma constructiva, sus argumentos" sobre la anexión de Crimea.

"El presidente (Putin) explica con paciencia y de forma consecuente el golpe de Estado en Ucrania" que llevó a los ciudadanos de Crimea a solicitar su ingreso en Rusia, apuntó Peskov.

El 16 de marzo del 2014, hace casi tres años, Crimea celebró un referéndum no reconocido por Kiev ni por la comunidad internacional en el que casi un 97 % de los votantes dijo sí a la reunificación con Rusia.

Tras consumar la anexión de territorio ucraniano, el Kremlin respaldó a los separatistas prorrusos del este de Ucrania sublevados contra Kiev, decisión que le costó duras sanciones económicas de Occidente, con el que atraviesa en la actualidad el peor momento en las relaciones desde la Guerra Fría.