Qué corazón más negro deben tener en La Razón para seguir con la matraca contra el gobierno español de coalición el día que toca hablar a todo trapo del terremoto en Turquía y Siria. Que son casi cuatro mil muertos y más de trece mil heridos cuando esto se escribe y muchos más ahora que lo lees. Se han hundido cerca de seis mil edificios solo en Turquía. En una región devastada por todas las crisis imaginables: la pobreza, los refugiados, la represión contra los kurdos que viven allí, la guerra. El del lunes era un consejo de redacción fácil, de cinco o diez minutos, para decidir qué rincones de la primera página quedarían para el resto de hechos relevantes del día y dejar la sala vacía para que los especialistas en fotografía escogieran la imagen de la tragedia. Pero no. En La Razón, la manía partidista ha pasado por encima de la realidad del día y aquí tienes al diario del Grupo Planeta abriendo portada con la disputa entre ministros del PSOE y de Podemos sobre cómo se reforma la ley del "solo sí es sí". Qué gente tan obtusa y cerril.

La foto más utilizada es la del rescate de la niña atrapada entre los escombros de un edificio en la ciudad de Jandaris. El País elige una serie de tres imágenes donde se ve el planteamiento, nudo y desenlace del salvamento de la chica. El Periódico y La Razón llevan solo una. El diario barcelonés abre a toda plana, el de Madrid lo da por debajo. La Vanguardia, El Mundo y ABC también optan por la fotografía de un rescate. Tras esta selección se esconde quizás un afán inconsciente de recordar el empuje de las personas cuando se ponen a trabajar para salvarse y salvar a otros, y la esperanza casi invencible de la gente de recuperar su vida, propósitos imposibles si no se suman los esfuerzos de todo el mundo. Las fotos que solo muestran la destrucción salvaje dejan muy mal cuerpo, no tanto por la desgracia y las pérdidas sino también porque la ausencia de personas o la ilustración de su pequeñez desaniman y desarbolan los espíritus más valientes y animados.

Los títulos son demoledores. Es difícil que sea de otra manera, claro. Hay uno, sin embargo, que abre una rendija en la oscuridad de la calamidad. Es el de ABC: "Horror y esperanza entre los escombros". Está bien. Porque hablar de horror, de estado de shock, devastación, masacre y tragedia no es ningún engaño, naturalmente, pero tampoco lo explica todo. La vida no se acaba en el terremoto, bajo los edficios hundidos y las pilas de escombros. Al lado de la sangre y el dolor, la destrucción y la pérdida, están también los incontables heroísmos pequeños —como los que se ven en las fotos de los rescates y en las caras de los rescatados— que son el preludio de la recuperación.

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