Distinguir a los buenos y los malos en la guerra de Putin es fácil. Sólo tienes que ver alguno de los centenares de clips de vídeo donde se ve como reciben a los soldados ucranianos los vecinos de las ciudades reconquistadas. Tanta gente no se puede equivocar. Las portadas de este martes, unos 200 días después de que Rusia iniciara la invasión de Ucrania, hablan de la tormenta que se provoca contra la autócrata ruso, quien algunos de sus fans empiezan a criticar. Quizás es demasiado pronto para publicar algunos titulares, como el de ABC, que venden la piel del oso antes de haberlo cazado y hablan de que la derrota de Putin en el frente lo derrota también en casa. No tan deprisa.

El Mundo también ahí es nada lo que se suelta, con un título bien estripado: "El ala dura carga contra Putin: 'Ejecute a los comandantes'". Si realmente quien ha dicho esta enormidad es alguien tan representativo como para explicar la situación, ya puedes compadecer a los generales rusos que les haya tocado dirigir la agresión militar contra Ucrania. La verdad, sin embargo, es que el título suena a exageración, en el sentido de que es poco probable que el ejército ruso resuelva los fracasos en el frente poniendo a los mandos militares ante el pelotón de fusilamiento. Putin ya relevó sin "ejecutarlo" al anterior jefe militar de la invasión, Alexander Dvornikov, que venía precedido por su fama en Siria, donde lo apodaron "el carnicero". En fin. El Mundo es como es y este martes le tocaba hacer una portada de tebeo de guerra tomando el exabrupto de algún tertuliano ruso.

La Vanguardia y El País ponen menos épica y un poco más de cautela. Uno dice que el fracaso en el frente nordeste de Ucrania "debilita a Putin" y el otro que "lo pone en serias dificultades". Parece un análisis más esmerado de lo que pasa en Rusia, aunque cuesta de entender de qué tipo pueden ser las dificultades del autócrata ruso ante la petición de dimisión de 80 concejales y una insinuación del gobernador títere de Chechenia, Ramzan Kadyrov, además de la zarabanda nacionalista paranoide de algunos tertulianos y comentaristas. Incluso los diarios con los títulos de portada más discretos parecen un poco demasiado entusiastas.

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