Marcelo Odebrecht (en la foto) ha sido condenado a 19 años de cárcel en su país, Brasil, por organizar en su constructora una potente máquina de sobornar en casi toda América Latina y en países de África. El departamento de "operaciones estructuradas" de Odebrecht ha sido descrito por el Departamento de Justicia de los Estados Unidos como un "sistema de soborno y extorsión sin igual", que canalizó casi 788 millones de dólares a políticos y funcionarios de una docena de países.

Los EE.UU., junto a las autoridades suizas y brasileñas, han impuesto a la constructora Odebrecht sanciones por valor de 3.500 millones de dólares.

Este descubrimiento ha evidenciado que la corrupción con complicidades políticas es un mecanismo sistémico en la mayoría de países de la región, más allá de la escandalosa implicación de la constructora brasileña, que seguramente no está sola en este tráfico.

Una vez que el emporio brasileño ha reconocido haber recurrido al soborno para ganar licitaciones públicas en varios países latinoamericanos, corresponde a estos esclarecer el destino de esos fondos con los que se compraron voluntades políticas, si no quieren añadir a la corrupción el peor mal de la impunidad.

Inciertas consecuencias

Hasta ahora, entr los países implicados, además de Brasil, solo Colombia ha actuado en esa dirección y ha revelado con nombres y apellidos a dos supuestos destinatarios de los sobornos de Odebrecht, al arrestar al exviceministro de Tranportes Gabriel García Morales y al exsenador Otto Nicolás Bula Bula.

Marcelo Odebrecht es uno de los muchos ejecutivos de su empresa y de las principales constructoras del país que han sido juzgados y condenados por pagar sobornos en Brasil, donde también se han depurado responsabilidades políticas al mas alto nivel. El proceso de "limpieza" aún pueden alcanzar inciertas consecuencias.

En el resto de países latinoamericanos donde opera Odebrecht queda por dilucidar el destino de los sobornos de esta empresa, su alcance político, y si ha sido la única empresa, nacional o extranjera, que ha incurrido en ese delito para ganar licitaciones u obtener ventajas y favores.

Resulta sintomática la reciente declaración de la vicepresidenta y canciller panameña, Isabel de Saint Malo, al afirmar que eran "un "secreto a voces" los sobornos de Odebrecht en su país, donde la empresa brasileña es la primera constructora por cantidad de obras y volumen de inversión.

Las autoridades panameñas no abrieron una investigación formal sobre esos "secretos a voces" hasta que el departamento de Justicia de Estados Unidos reveló el pasado 21 de diciembre el alcance económico y los países de destino de los sobornos de Odebrecht: 788 millones de dólares entre Latinoamérica y África.

Durante los dos años y medio de la actual administración del presidente Juan Carlos Varela, Odebrecht ha ganado dos licitaciones en Panamá, la de la Línea 2 del metro, en asociación con la española FCC, y la construcción de 5.000 viviendas y restauración del centro histórico en la ciudad de Colón.

Los datos revelados por Estados Unidos, que Odebrecht ha asumido y por los que ha aceptado pagar una multa de alrededor de 3.500 millones de dólares, mencionan textualmente a "funcionarios e intermediarios del Gobierno" como destinatarios de los sobornos en cuestión.

Doce países americanos

Los principales países latinoamericanos implicados desde al menos 2003 hasta 2016, además de Brasil, son Panamá, República Dominicana, México, Guatemala, Ecuador, Perú, Venezuela, Colombia, Argentina y Guatemala.

En todos esos países se han abierto investigaciones, se han anunciado medidas sin concretar contra Odebrecht más allá de anunciar, en algunos casos, como en Perú, que la empresa ya no podrá participar en más licitaciones, pero la Justicia no ha imputado a nadie, salvo en el caso de Brasil y Colombia.

Por la forma aparentemente escrupulosa y con diversas instancias del Estado implicadas en la que se desarrollan las licitaciones en estos países, es difícil aceptar que sean una o dos personas en cada caso las destinatarias de los sobornos capaces de decidir la concesión de obras a una u otra empresa.

También se hace difícil aceptar que Odebrecht sea la única empresa que ha pagado sobornos o "coimas" para ganar licitaciones en los países en que actúa, o al menos hace válida la pregunta de en qué casos y en qué medida ofreció el soborno y cuándo se lo exigieron por adelantado como parte de un sistema imperante.

Empresas desaparecidas

En Estados Unidos, donde a Odebrecht se le ha aplicado el Acta de Prácticas Corruptas en el Extranjero porque opera en territorio estadounidense, el caso está aún abierto y su desarrollo podría acabar revelando el nombre de las supuestas personas e instituciones que recibieron los sobornos.

Estados Unidos abrió este caso y reveló sus complejos y devastadores resultados con una sorprendente celeridad cuando Odebrecht firmó a finales del pasado año un acuerdo de delación con la Justicia de Brasil, consistente en aceptar su implicación en el los sobornos en ese país y colaborar para conocer todo su alcance.

Uno de los propósitos de la multinacional brasileña al firmar ese acuerdo es conseguir a precio millonario la libertad en un juicio de segunda instancia de su propietario, Marcelo Odebrecht.

Desde que en Estados Unidos entró en vigencia el Acta de Prácticas Corruptas en el Extranjero y las duras sanciones que establece, las empresas de ese país no ganan -ni apenas se presentan a concurso- a casi ninguna licitación pública en América Latina, en beneficio de otras empresas latinoamericanas o europeas.