El pasado mes de junio, Gustavo Petro, candidato de la izquierda colombiana, fue el vencedor de las elecciones generales, oye así al primer candidato de izquierdas al conseguir este hito. Petro cerraba un ciclo de 200 años en la política de Colombia, donde solo gobernaba la derecha y consolidaba otro: el auge de las izquierdas en Latinoamérica. Este domingo, el político y exguerrillero ha sido investido finalmente como presidente.

En su investidura, Petro ha trazado las líneas maestras de una revolución pacífica para construir una nación "justa, fuerte y unida" en una vistosa ceremonia cargada de simbolismos. El nuevo presidente ha coronado así el ideal bolivariano que empezó a su juventud cuando entró a las filas del grupo guerrillero Movimiento 19 de Abril (M-19), cuyas banderas han ondulado entre la multitud que se ha desplazado a la plaza de Bolívar, en el centro de Bogotá.

Entre un público emocionado por la ascensión de la izquierda al poder y por la posibilidad de asistir por primera vez a un acto de esta naturaleza, tradicionalmente reservado para jefes de Estado, políticos y otras autoridades, se han observado en más banderas de Colombia, carteles de la campaña presidencial de Petro y un enorme retrato del presidente abrazado con la vicepresidenta, França Márquez.

El simbolismo de la investidura

Uno de los momentos más emotivos de la ceremonia ha sido cuando la senadora María José Pizarro, hija de Carlos Pizarro, comandando del M-19 que fue compañero de Petro en aquella guerrilla y cayó asesinado en marzo de 1990, cuando era candidato presidencial después de dejar las armas, ha puesto la banda presidencial al nuevo jefe de Estado.

Pizarro, que lucía una chaqueta roja que llevaba a la espalda la foto de su padre con una frase premonitoria de este: "Que la lucha por la paz no nos cueste la vida", no ha podido contener las lágrimas y abrazó a Petro al ver cumplido también el sueño del asesinato excomandante del M-19.

Solo jurar el cargo, Petro ha dado su primera orden presidencial, que sacaran la espada del Libertador de la Casa de Nariño y la llevaran a la plaza de Bolívar para que este símbolo de la Independencia de Colombia, y también de l'M-19, estuviera a su lado en este momento histórico, una petición que su antecesor, Iván Duque, le negó. El robo de la espada de Bolívar fue el primer acto del M-19, que la sustrajo el 17 de enero de 1974 de la Quinta de Bolívar, una casa museo en el centro de Bogotá, donde estaba en exhibición, y la volvió al Gobierno después firmar la paz y dejar las armas en 1990.