El drama de los refugiados, que se viene alargando desde hace demasiado tiempo, también tiene lugar para los milagros.

En esta ocasión, las protagonistas son Oumoh, una niña de cuatro años, y su madre. Ambas se marcharon de su tierra natal, Costa de Marfil, cuando la familia paterna quería practicar la ablación (extirpar el clítoris) a la niña.

El viaje que madre e hija tenían que hacer juntas a Europa no llegó a buen puerto, y sólo la niña desembarcó en Lampedusa. Lo hizo sola y al lado de desconocidos: había viajado en un bote con una docena de madres y niños donde nadie sabía nada de la pequeña.

Así, una profesional especializada en la recepción de menores conocida como Mamma Maria, se desplazó a Lampedusa para recoger a la niña y transportarla a una casa de acogida en Palermo.

Ahí es cuando llegó la mayor casualidad de la historia, que cambió por completo la vida de Oumoh. Otra niña, Nassade, acababa de llegar a Lampedusa con su madre, cuando un agente prestó un ordenador con fotos a la niña para que se entretuviera mientras los adultos charlaban. Es aquí cuando Nassade ve una imagen y grita "Oumoh, Oumoh!" repetidamente.

Resulta que las niñas se habían conocido antes, pero no en el bote, ni en Lampesuda, ni en Costa de Marfil, sino en Túnez, donde habían estado concentradas Nassade y Oumoh y sus respectivas madres. Afortunadamente, la madre de Nassade tenía el número de la progenitora de Oumoh, y es aquí cuando por fin las autoridades se pueden poner en contacto con ella, que ya llevaba tiempo separada de su hija.

Ggia / Wikimedia

Entre lágrimas, la madre de Oumoh dice que ella y su hija habían parado en Túnez en su camino hacia Europa. Allí, sin embargo, ella decidió volver a su país natal por falta de trabajo y dejó a la niña con una amiga.

Por motivos que se desconocen, la amiga de la madre -que se entiende que no es la madre de Nassade- se llevó a la niña a Lampedusa, pero una vez allí dejó de cuidarla y la pequeña se quedó sola.

Ahora, la Mamma Maria tiene a la pequeña Oumoh, y contacta por teléfono con su madre. Está previsto que más temprano que tarde madre e hija vuelvan a estar reunidas. Allí se les hará una prueba de ADN para probar el parentesco.

Final feliz en otro retrato del drama de los refugiados.