Uno de cada cuatro brasileños se declara evangélico, según un censo reciente que los cifra en 47 millones sobre una población de 210 millones. Otra estadística dice que 23 millones de brasileños viven en áreas dominadas por el narcotráfico armado o las milicias parapoliciales. Es decir, uno de cada nueve. Allí donde se cruzan estos números, se expresa una realidad contradictoria y terrorífica: la de los narcotraficantes fundamentalistas armados con fusiles que no permiten ninguna otra expresión religiosa en los barrios que dominan.
"Prohíben el uso de imágenes de santos, cierran 'terreiros' de candomblé y umbanda (religiones de matriz africana), expulsan a sus feligreses...". Quien lo explica es Viviane Costa, teóloga y pastora evangélica que mujer clases de religión y seminarios desde el 2015 en las favelas de Parada de Lucas y Vigario Geral, dos de las tres que conforman el Complexo do Israel, donde viven entre 70.000 y 100.000 personas bajo el control del narcotráfico fundamentalista religioso que se está expandiendo a otros barrios de Río de Janeiro y también a otras localidades como Belo Horizonte.
Un conflicto enquistado desde los 80
La Policía Civil brasileña intenta combatir estos días en esta región al líder del Tercer Comando Puro, Álvaro Malaquias Santa Rosa, alias Peixão, que es el principal responsable de imponer su ley religiosa y del terror en las favelas de Río. Pocos días después de encontrar aparatos para tumbar helicópteros de la policía que se escondían en una falsa iglesia de la comunidad, los agentes detuvieron este martes a 44 traficantes durante una operación en la cual cuatro inocentes resultaron heridos por los tiroteos.
Desde los años 80, las favelas de Río viven una lucha de poder entre narcotraficantes armados que todavía hoy las dominan prácticamente todas, con permiso de las milicias, otra mafia con un pie en el estado formada sobre todo por expolicías que nació como respuesta contra el narcotráfico, pero que aplica la misma violencia con un discurso más moralista y extorsiona a los vecinos cobrándoles por los servicios básicos de transporte, iluminación u otro tipo de tasas. La violencia policial, con miles de víctimas inocentes durante sus incursiones, también ha marcado esta historia trágica.

La lucha por los territorios entre las principales bandas armadas (Comando Vermelho, Terceiro Comando Puro, milicias, Amigos dos Amigos) y con la policía es el principal causante de una tasa de homicidios que, aunque ha caído un 26% en la última década, es de 21,4 homicidios por cada 100.000 habitantes en todo el estado, hasta las 3.795 muertes violentas el año 2024, más de 10 al día y con un aumento en relación con el año anterior. En Brasil, donde los homicidios también han caído en los últimos años, se registraron 38.075 muertes violentas, 104 al día y 18,21 por cada 100.000 habitantes.
La religión cristiana neopentecostal, que está descentralizada y donde cada iglesia tiene una línea y un mensaje propio, acostumbra a tener un discurso mucho llevar contra la delincuencia y basarse en una rectitud moral que los acerca en general (no siempre) más bien a mensajes conservadores y favorables a las operaciones militares. Es más, tanto a las comunidades como a las prisiones, muchos pastores hacen una acción proactiva para que los traficantes dejen el crimen. Con un marketing agresivo y una economía basada en el cobro del 10% del sueldo a sus fieles, la religión neopentecostal se caracteriza por una experiencia mística con apariciones del espíritu santo, contraria a la adoración de imágenes y por una asociación de la prosperidad económica a la expresión divina y, pero también por un origen basado en la inclusión y la diversidad étnica.
Un precedente de 2006
Pero en este caso, como ya pasó también en Río con otro líder del tráfico, Fernandinho Guarabu, durante el año 2006, el narcotráfico consigue cambiar la situación y alinear su mensaje con la religión. "Llegint la Biblia de manera literal y a mi parecer de manera violenta e irresponsable, se puede utilizar la religión como base para una acción violenta", dice a la estudiosa Viviane Costa.

Ahora con 42 años, la misma Viviane "rezó para que echaran los terreiros" de religiones africanistas cuando era más joven y conservadora. Después de una dura separación y de sufrir maltratos, ahora se identifica con una posición más progresista, en defensa de las mujeres y la igualdad de género ii contraria a la imposición religiosa y la intolerancia. Mientras tanto, como profesora de religión a las comunidades, vio cómo irrumpía y crecía el narcotráfico religioso. Y, en contacto semanal con vecinos y traficantes, dedicó su investigación, plasmada en el libro 'Traficantes evangélicos' que ha sido finalista del premio Antonio Jabuti, el más prestigioso al Brasil de periodismo y no ficción.
"Creo que la iglesia puede ser un espacio de transformación y que no cabe la violencia. Se pueden tener creencias más conservadoras, pero cuando la iglesia quiere imponer sus creencias a toda la sociedad nos encontramos con intolerancia y violencia religiosa, como países y estados que no garantizan libertades," reflexiona Costa, que apunta que justamente eso es lo que sucede en las comunidades de Río.
Israel o la tierra promessa
Los narcotraficantes construyen sus regímenes de poder a partir de identidades y liderazgos diferenciados y Peixão, el líder evangélico del Complexo de Israel, "ha hecho una apuesta por una favela limpia, con las fachadas pintadas, con orden" y se ha construido una imagen de no violento y comprensivo (aunque han participado en tiroteos que han matado también civiles) y consigue un "cierto orgullo ser vecino del Complejo de Israel". Entre los vecinos que comparten fe, es más fácil ganarse el respeto. Y los evangélicos donde más crecen es justamente en las regiones pobres.

Con respecto al nombre, aunque remite a un país judío, Israel se asocia con un pueblo bíblico, de resistencia y de lucha, por lo cual los neopentecostales tienen simpatía por este país, tal como apunta Cristina Vital, a una de las académicas que más ha investigado la relación entre narcotráfico y religión.
El año 2020, cuando el TCP conquistó su tercera favela, fue cuando bautizó el conjunto de comunidades como Complejo de Israel y colocó una gran estrella de David en la parte más alta que recientemente la policía tiró al suelo. También destruyó alguna de las casas de lujo con piscina que Peixao tiene dentro de la favela. "Es el pueblo escogido de Dios para conquistar la tierra santa, que es Jerusalén, y Peixão lo asoció a la conquista de su tierra santa, que era la Cidade Alta. Por eso, va bayekar el territorio como Complex de ISrael después del cumplimiento de una promesa de Dios", aporta Viviane Costa.
La huida de las víctimas
Las víctimas de la intolerancia religiosa, mientras tanto, se han tenido que marchar o bien a vivir o bien al menos a hacer el culto a otras regiones de la ciudad. "Para los traficantes evangélicos, las religiones de matriz africana tienen relación con el demonio y por eso justifican la violencia. La religión católica tiene un cierto contacto con este sincretismo y por eso entra dentro de las no permitidas. Pero la persecución es diferente. No hay expresiones públicas, pero sí centros de culto", explica la investigadora Costa.

Con respecto a las víctimas de intolerancia religiosa entre los seguidores de la umbanda y el candomblé, años atrás religiones abrazadas en parte por el narcotráfico, la investigadora Elza Soares ha investigado su expulsión de los centros de las ciudades, primero por la dictadura, después por la gentrificación, y ahora por la intolerancia y la violencia religiosa. "El discurso de intolerancia y la violencia de los traficantes se alían contra ellos y los expulsan. La persecución hace que muchos de los 'terreiros' cambien de lugar. Muchos van hacia la región de la Bajada Fluminense, ya que es una región menos densa y alejada. Pero ya desde el año 2019 se empezaron a dar casos allí de amenazas y de expulsiones por parte del narcotráfico", explica.
'Pacificación frustrada'
Cuando, entre los años 2011 y 2016, los años previos a los Juegos Olímpicos, Río de Janeiro empezó a implantar las Unidades de Policía Pacificadora, el narcotráfico armado salió de algunas de las favelas más peligrosas de Río. A partir de la implantación fija de comisarías por todas las comunidades (y no solo en las puertas), parecía un modelo que se esparciría con el fin de disminuir el dominio de los criminales armados.

Pero en los dos últimos años antes de los Juegos, ya se empezó a notar el desgaste de este modelo, con importantes casos de corrupción, falta de inversión en proyectos sociales y abuso de poder de los policías, que se convertían en una especie de alcaldes informales, hasta que el narcotráfico volvió a ocupar el lugar que había abandonado. Ahora, de nuevo, es posible ver delincuentes armados y batidas violentas de la policía que afectan inocentes en las favelas más próximas a las áreas turísticas.
El buen curso de la economía y la caída del paro hasta mínimos históricos no ha sido el antídoto que la izquierda del PT de Lula esperaba contra la violencia. "Solo con la participación del estado se puede entender que haya intervenciones en algunas favelas y no en otros. Hay pactos de la policía y más permisividad en algunos territorios", opina Viviane Costa, mientras la conocida como Cidade Meravelhosa sigue en disputa por los grupos armados.