Javier Milei ha vuelto a hacer saltar por los aires todas las previsiones. Contra los pronósticos de las encuestas, el presidente argentino ha consolidado su poder tras conseguir el 40,7% de los votos en las elecciones legislativas, superando en seis puntos al peronismo, que se queda con el 34,8%. El resultado refuerza su mayoría en el Congreso y reconfigura el mapa político del país dos años después de su irrupción. La victoria de Milei se explica por una combinación de factores internos y externos. Por un lado, la crisis económica y el cansancio de una población castigada por la inflación y la corrupción han alimentado su retórica de “refundar Argentina”. Por otro, el apoyo abierto de Estados Unidos y del mismo Donald Trump ha tenido un papel determinante en su campaña.
La ayuda de Trump
El giro en la dinámica electoral se produjo tras el encuentro entre Milei y Trump en Washington, doce días antes de los comicios. Según fuentes cercanas al gobierno argentino, el presidente estadounidense condicionó un paquete de ayuda económica de 20.000 millones de dólares al triunfo del líder ultraderechista. La inyección de divisas estabilizó temporalmente el dólar y frenó una nueva devaluación, una jugada clave para llegar a las urnas con una sensación de calma financiera. El secretario del Tesoro de EEUU, Scott Bessen, ha actuado de facto como un ministro de Economía paralelo, aportando fondos para calmar los mercados. Washington, a su vez, ve en Milei un aliado para frenar la influencia china en la región y favorecer las inversiones estadounidenses en sectores estratégicos como el litio y el petróleo.
Esto que logramos, es increíble. La Argentina será grande otra vez, buenas noches.
— Pilar Ramírez (@PilarRamirezmpr) October 27, 2025
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El voto del miedo y la fatiga del peronismo
A pesar de la fuerte resistencia del peronismo en la provincia de Buenos Aires, el Mileísmo logró revertir la ventaja opositora en el último tramo de campaña. Los analistas coinciden en que muchos electores, especialmente jóvenes y desencantados con el sistema, han preferido “el mal conocido” a la posibilidad de un retorno del kirchnerismo. El peronismo, que durante décadas ha sido un movimiento casi emocional para millones de argentinos, se ha convertido también en un motivo de rechazo visceral para una mitad del país. Milei ha sabido explotar esta división con un discurso simple pero efectivo: “libertad o comunismo”. Esta polarización ha dejado sin espacio a las fuerzas moderadas, atrapadas entre la indignación social y el miedo al populismo.
Economía en tensión y futuro incierto
A pesar del triunfo, el gobierno de Milei sigue pisando terreno inestable. La economía muestra signos claros de recesión, y el país afronta el pago de 19.000 millones de dólares a los acreedores internacionales en 2026. Su ministro de Economía, Luis Caputo, ya ha anunciado que no habrá cambios en el programa liberal, a pesar de las advertencias del Fondo Monetario Internacional sobre el riesgo de quedarse sin reservas.
Mientras tanto, la sociedad argentina continúa dividida. Muchos de los que votaron por La Libertad Avanza ven en Milei una oportunidad para recuperar estabilidad y orgullo nacional; otros lo consideran un experimento peligroso que puede acabar empobreciendo aún más el país. Con el apoyo internacional y su habilidad para capitalizar la frustración social, Milei ha logrado lo que parecía imposible: transformar la rabia en poder político. Queda saber si podrá convertir este poder en resultados concretos antes de que el viento, tan voluble como la política argentina, vuelva a cambiar de dirección.