La situación humanitaria en la Franja de Gaza es desesperante. Mientras miles de familias palestinas luchan cada día por conseguir un poco de comida, haciendo largas colas para obtener escasas raciones de harina, aceite o alimentos enlatados, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, insiste en negar la gravedad de la crisis. Sus declaraciones han generado indignación internacional, ya que asegura que "no ha habido hambre masiva en absoluto" en Gaza, a pesar de las evidencias visuales y testimonios que muestran el contrario.

Obtener ayuda humanitaria a Gaza: un riesgo de muerte para la población civil
 

La población palestina vive en condiciones extremas, sometida a un bloqueo casi total de ayuda humanitaria durante más de dos meses. Durante este periodo, Israel ha mantenido cerradas las fronteras, prohibiendo la entrada de comer, medicamentos y otros bienes básicos. Solo en los últimos días, y de forma muy limitada, se ha permitido la entrada de 8.000 cajas de comida para una población de más de dos millones de personas. Esta ayuda ha llegado solo al sur del territorio, dejando grandes zonas sin ningún suministro.

Osama al-Raqab, de cinco años, que sufre desnutrición grave, recibe tratamiento en el Hospital Nasser de Khan Younis, en el sur de la Franja de Gaza, el 31 de mayo de 2025. Su madre, Mona al-Raqab, dice que el peso de Osama ha bajado a solo nueve kilogramos a causa del deterioro de su estado de salud causado por la desnutrición continua / EFE

Los productos repartidos —un poco de harina, aceite, salsa de tomate y conservas— son insuficientes para hacer frente a una crisis alimentaria de esta magnitud. Mientras tanto, testigos presenciales explican cómo muchas familias se ven obligadas a buscar comida entre la basura para poder sobrevivir, en un contexto marcado por la destrucción, la inseguridad y la desesperanza.

El estado de salud de los palestinos capturados

En sus polémicas declaraciones, Netanyahu ha afirmado que se puede comprobar el estado de salud de los palestinos capturados por el hecho de que no están visiblemente desnutridos. Según él, "les hacemos fotos y les hacemos sacar la camiseta para asegurarnos de que no llevan explosivos, y no se ve ningún escuálido". Esta afirmación ignora completamente la situación generalizada de la población civil, que no tiene acceso regular a alimentos ni a servicios básicos.

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Simultáneamente, Israel continúa con sus operaciones militares en varios puntos de la Franja. Desde el 7 de octubre de 2023, las ofensivas israelíes han dejado a más de 54.000 muertos, según fuentes palestinas. Las condiciones en que se entrega la poca ayuda que entra al territorio son indignas: la población tiene que hacer largas colas bajo la amenaza de ataques, vigilados y a menudo tiroteados, como si fueran una amenaza y no víctimas de una crisis humanitaria profunda.

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Este escenario ha generado una creciente condena internacional, pero hasta ahora sin cambios efectivos sobre el terreno. Mientras Netanyahu intenta mantener un relato que desacredita las evidencias sobre el sufrimiento en Gaza, la comunidad internacional sigue debatiendo cómo responder ante una crisis que muchos ya califican de infame.

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La realidad es que, hoy, en Gaza se lucha por sobrevivir con el mínimo, en medio de las bombas, el hambre y el abandono. Y, al fin y al cabo, con un gobierno israelí que mira hacia otro lado mientras niega la evidencia de que el mundo entero puede ver.