Los próximos 20 y 21 de febrero, Julian Assange, fundador de WikiLeaks, se juega de nuevo su futuro ante los tribunales británicos. Después de recurrir sentencias favorables a extraditarlo a los Estados Unidos (EE.UU.), esta es su última oportunidad de esquivar las autoridades estadounidenses, las cuales hace años que lo persiguen para publicar las filtraciones de documentos estatales. Si es extraditado, Assange se afronta además de 100 años de prisión. Cada vez es más palpable el posible escenario en que Assange sea extraditado. Su mujer, Stella Assange, ha denunciado públicamente: "Si Julian es extraditado en los Estados Unidos, morirá".

En 24 horas empezará la vista judicial en que Tribunal Superior de Londres decidirá si permite a Assange volver a recurrir su caso en este país, cosa que iniciaría un nuevo juicio de apelación, o si, en cambio, tiene que proceder a la entrega a los EE.UU. De hecho, su extradición ya fue autorizada el año 2022 por el entonces ministra británica del Interior, Priti Patel. Sin embargo, la defensa de Assange ha recurrido esta decisión para tratar de revertirla.

Aunque el dictamen podría tardar semanas, el equipo legal del periodista de 52 años teme que los dos jueces del Superior den luz verde el mismo martes a la extradición, y en este caso pedirían una 'orden 39' urgente al TEDH para que lo parara, antes de solicitar que el caso fuera revisado por el tribunal europeo. Hasta ahora, la justicia británica, se ha alineado a menudo a favor de la extradición de Assange, así el escenario se abre mañana en Londres puede ser hostil para el fundador de WikiLeaks.

Denuncias de la comunidad internacional

Como ya ha pasado en vistas anteriores en el caso Assange, horas antes de que el fundador de WikiLeaks se tropiece de nuevo con la justicia británica con varios actores de la comunidad internacional han hecho llamamientos para la liberación del periodista. Desde activistas, ONGs y gobiernos, la campaña para su liberación se reaviva. Por ejemplo, el primer ministro australiano, Anthony Albanese, denunció que había que acabar con esta persecución judicial. "Ya hay lo suficiente" sentenció el líder australiano.

Por otra parte, Amnistía Internacional ha insistido en Washington en que retire los cargos contra el periodista y ciberactivista. La portavoz de la ONG de justicia criminal, Júlia Hall, ha sostenido que la extradición de Assange "pondría en riesgo todos los editores y periodistas de investigación del mundo". Desde la entidad recuerdan que el fundador de WikiLeaks sería procesado bajo el amparo de la Ley de espionaje norteamericano de 1917, "una legislación de tiempo de guerra que nunca tuvo como objetivo atacar el trabajo legítimo" de los profesionales de la información.

Desde la misma organización que fundó Assange, se ha hecho un nuevo llamamiento por su liberación. Sin embargo, el actual presidente de WikiLeaks, Kristinn Hrafnsson, ha afirmado que es muy probable que Assange sea extraditado esta misma semana. "Lo que pasará posiblemente es que, después de valorar el recurso, los dos jueces se marcharán a tomar una taza de té y dos horas después volverán diciendo que lo desestiman y que hay un avión esperando Assange para extraditarlo a los Estados Unidos de manera inmediata", ha apuntado.

Más de diez años

El caso de Assange todavía no se puede dar por cerrado y ya ha pasado más de una década desde que WikiLeaks publicó las filtraciones de documentos estatales mayor de la historia. El contenido de estos documentos señalaba directamente al ejército de los Estados Unidos y a sus actuaciones crueles y desproporcionadas en el Oriente Medio.

La publicación de estos documentos hizo que Assange fuera reconocido y admirado por todo el mundo, sin embargo, también lo pusieron a punto de mira de los Estados Unidos, ya que los trapos más sucios de su ejército quedaban al descubierto. La justicia norteamericana no tardó en tildarlo de traidor y Assange acabó pedido asilo político en la embajada del Ecuador en Londres, donde ha estado cerrado durante años.