Donald Tusk, expresidente del Consejo Europeo y líder del partido liberal Plataforma Cívica (PO), podrá intentar la formación de un gobierno de coalición en Polonia junto con el resto de partidos de oposición, después de que el partido ultraderechista Ley y Justicia (PiS), que gobierna actualmente, haya perdido la mayoría absoluta, a pesar de mantenerse como la formación con más apoyos en las elecciones al Parlamento polaco. Con el 90% escrutado, el PiS ha obtenido un 36,4% de los votos, que suponen 196 de los 460 escaños, lejos de los 231 que marcan la mayoría absoluta y de los 235 que había conseguido en los comicios del 2019. Lo sigue la formación liberal Plataforma Cívica (PO), con un 29,7% de los votos y 158 escaños; la coalición centrista Tercera Vía (TD), con un 14,5% de los sufragios y 61 diputados; los progresistas de Nueva Izquierda (NL), con un 8,4% de los votos y 30 escaños; y el grupo ultranacionalista Confederación, un 7,2% de apoyos y 15 diputados.

Así, la suma de escaños obtenidos por PO, TD y NL es de 249, una cifra que les permitiría formar ejecutivo y relegar al PiS a la oposición. Cabe recordar que estos partidos ya son coaliciones en sí mismos, de manera que supondría formar una alianza de más de 10 partidos, que a pesar de las discrepancias en varios ámbitos, podrían encontrar un punto común en mantener fuera del poder al actual primer ministro, Mateusz Morawiecki. En este sentido, Ryszard Terlecki, líder del PiS en el Parlamento polaco, el Sejm, ha apuntado en una entrevista en el diario Wpolityce que "la oposición tendrá un problema" porque, hasta ahora, "los unía el odio al PiS y ahora tendrán que pactar un programa común". Además, ha advertido que si su formación se convierte en la oposición, no lo pondrán fácil. "No seremos una oposición amable", ha afirmado. Por otra parte, ha afirmado que intentarán formar gobierno, aunque ha reconocido que es difícil.

El viceprimer ministro, Jarosław Kaczyński, líder del PiS, afirmó después de conocer los sondeos a pie de urna que los próximos días serán de "lucha y tensión". Unas declaraciones similares a las del ministro de Educación, Przemysław Czarnek, que ha asegurado que "la guerra está a punto de empezar". Se trata de unas palabras que hacen referencia a las negociaciones que se pueden abrir en los próximos días, y que, en el caso del PiS, a menudo tienen que ver con el intento de conseguir tránsfugas. Con todo, la perspectiva de la ultraderecha es difícil, porque aunque pactara con Confederación —que de momento ha negado la posibilidad de darle apoyo—, todavía necesitaría una veintena más de diputados, una cifra que parece improbable conseguir sin el respaldo oficial de otra formación. La actitud beligerante del partido ultraconservador hacia el resto de formaciones a lo largo de la última legislatura también hace complicada la posibilidad de acercar posiciones con la oposición.

Donald Tusk, que fue primer ministro entre 2007 y 2014, podría volver a ostentar el cargo, hecho que acercaría Polonia a posiciones más europeístas. De momento no ha hecho declaraciones, pero según informa EFE, el portavoz del partido, a Borys Budka, ha afirmado que esperarán a los resultados definitivos para iniciar la ronda de negociaciones.

La primera decisión, en manos del presidente

La decisión inicial ahora estará en manos del presidente polaco, Andrzej Duda, que en los próximos 30 días tendrá que convocar el nuevo parlamento y en los quince días siguientes, designar a un candidato a primer ministro, que tendrá que conseguir los apoyos necesarios de la cámara baja. La duda es si el presidente propondrá Morawiecki, como el candidato del partido más votado, aunque su investidura pueda ser fallida, o si encargará la formación de gobierno a Donald Tusk u otro candidato de la oposición. En caso de que haya una investidura fallida, será el mismo Parlamento quien designe a un segundo candidato. En caso de que también fracase, Duda tendría que convocar unas nuevas elecciones, que podrían celebrarse a finales de año.