Finalmente, ha llegado el día. Este martes los Estados Unidos deciden entre la demócrata Hillary Clinton y el republicano Doland Trump. A estas alturas, y según las últimas proyecciones del país, Hillary Clinton mantiene una ventaja de entre tres y cuatro puntos sobre el candidato republicano.

Según la última encuesta de la CBS News, la exsecretaria de Estado cuenta con un 45% de la intención de voto, mientras que el magnate se quedaría sólo con el 41%. La agencia Bloomberg Politics reduce sólo un punto la ventaja (44% en Clinton y 41% en Trump), mientras que el diario Washington Post amplía el apoyo de los dos (47% para Clinton y 43% para Trump).

Estos datos llegan después de unos últimos días de nervios en las filas demócratas y también en las bolsas, por el aumento de los apoyos de Trump después de que el FBI reabriera el caso de los e-mails, cerrado otra vez este domingo con la conclusión de que no hay motivos para procesar a la candidata. A mediados de octubre la distancia entre los dos era de hasta seis puntos, casi como a principios de agosto, cuando la distancia entre los candidatos parecía insalvable. Pero Trump lo ha conseguido reducir a los 3 o 4 actuales.

Evolución de la media de encuestas en los Estados Unidos hecha por el The New York Times

Los dos candidatos alcanzan este momento después de diez meses de campaña, primero para ganar las primarias del partido y después para las presidenciales propiamente dichas. En este tiempo ha pasado de todo. Aunque Trump venía con fuerza, nadie se esperaba, cuando anunció su candidatura en junio del 2015, que tuviera posibilidades de ser presidente por su carácter excéntrico, su nula experiencia como político y sus declaraciones polémicas sobre los inmigrantes. Finalmente, sin embargo, lo ha conseguido.

La historia de Clinton es otra. Ella sí que partía como clara favorita de las primarias. El resto de candidatos cayeron rápidamente los primeros días, pero quedó uno: Bernie Sanders. Su defensa de una socialdemocracia, normalizada en Europa pero impensable en los EE.UU., recogió a mucha gente, tanta, que pisó los tacones a Clinton e hizo entrar el miedo entre sus seguidores que volviera a pasar lo mismo que en el 2008 con Barack Obama. Finalmente, sin embargo, cuando quedaban todavía algunos estados, la diferencia se hizo insalvable y Clinton pudo ser candidata ocho años después.

Estados clave

Con los resultados bastante ajustados, la victoria, como pasa prácticamente en cada elección, pasa por los swing states. Son aquellos estados en los cuales la victoria no está definida y que se pueden decantar tanto por un candidato como por el otro. Eso pasa por el tipo de sistema que tienen los norteamericanos, el conocido como winner-takes-all (el ganador se lo lleva todo). Aunque sea por un voto, quien gana en un Estado se lleva todos los delegados de aquella región.

Hay estados que son feudos demócratas y otros republicanos, y donde ya está claro que sea cuál sea el candidato, ganará. Este es el caso de Clinton en California y de Trump en Wyoming o North Dakota. También en Tejas, aunque este año no está tanto claro. Por eso, son importante los swing states, los que no se definen. Son los casos de Florida (29 votos electorales), Pennsylvania (20), Ohio (18), Michigan (16), Georgia (16), North Carolina (15), Arizona (11), Virginia (13), Colorado (9), Nevada (6), Iowa (6), New Mexico (5), New Hampshire (4) y Maine (3). En todos ellos el 'péndulo' se puede decantar hacia uno o hacia el otro y dejan 171 delegados en juego. Para ganar se necesitan 270, por lo tanto, estos estados tienen mucho peso, aunque no todos son muy poblados.

En azul los estados demócratas, en rojo los republicanos y en gris los indefinidos / Real Clear Politics

Los correos de Clinton

Tanto Donald Trump como Hillary Clinton son los candidatos más impopulares de la historia, y se han visto rodeados de fuertes polémicas y escándalos durante toda la campaña. La de Clinton ha venido marcada por el escándalo de los e-mails que envió desde un servidor privado cuando era secretaria de Estado. La demócrata se vio salpicada por la investigación del FBI sobre estos correos, que se cerró en julio sin procesarla, pero con una advertencia contundente del director de la agencia norteamericana: "Clinton había sido especialmente olvidada". Unas declaraciones que hizo daño a la candidata.

Cuando ya parecía, sin embargo, agua pasada y a sólo diez días de las elecciones el caso se reabre. El FBI había encontrado nuevos correos en otro caso que estaban relacionados con los de Clinton y anunciaba que los investigaría. Con las elecciones a tocar y con todas las encuestas de cara, el nuevo anuncio fue un jarrón de agua fría para la demócrata que se vio perjudicada en las encuestas. Después de fuertes críticas a la agencia para reabrirlo en un momento clave y sin fundamentos claros que Clinton se hubiera saltado la ley, este domingo se volvió a cerrar asegurando que las conclusiones de julio no habían cambiado y que no veían motivo para procesar a la candidata. Una buena noticia en un momento clave pero que nadie sabe si será suficiente.

Los abusos de Trump

Si este ha sido el punto débil de Clinton, el de Trump ha sido las acusaciones de abusos sexuales a mujeres. La campaña del magnate tocó fondos a mediados de octubre cuando varias mujeres lo acusaron en público de haber sufrido abusos por su parte. No era la primera vez que se veía rodeado por polémicas por su relación con las mujeres. Ya a finales de septiembre se filtró una conversación del candidato donde hacía comentarios despectivos y posesivos sobre las mujeres, que alarmó parte de sus compañeros republicanos. Figuras destacadas del partido como Paul Ryan o John McCain dejaron de darle apoyo. Trump sin embargo, se defendió de estas brutales acusaciones diciendo que la prensa y el establishment estaba contra él.

No es la primera polémica. También en el ámbito económico e internacional no ha caído nada bien sus oposiciones a los tratados de libre comercio, sus polémicas declaraciones sobre la inmigración y sus salidas de tono constantes. Varias veces ha hecho comentarios despectivos sobre los latinoamericanos, sobre todo contra su vecino México, a quien le quiere hacer pagar un muro para cerrarles la entrada a los Estados Unidos. Con este discurso ha alejado parte del establishment, pero ha conseguido un fuerte apoyo por parte de clase obrera desfavorecida golpeada por la globalización y de los que viven la política con desafección. Sobre todo de las zonas más rurales.

Influencia internacional

Las elecciones americanas son seguidos en prácticamente todo el mundo, y es que lo que decida los Estados Unidos, y quien sea su presidente, tiene influencia por todas partes. Además, en política exterior el poder del presidente en los EE.UU. es muy alto, por lo tanto, todavía es más importante quien tenga las claves del despacho oval de la Casa Blanca. El mundo, sobre todo Europa, no quiere a Donald Trump sentado en ese despacho.

Los principales líderes mundiales no temen a Trump sólo por el carácter excéntrico que ha demostrado durante toda la campaña, también por las políticas económicas que ha prometido. El candidato republicano se opone a los tratados de libre comercio. Durante la campaña ha asegurado que si es presidente, no firmará el tratado de libre comercio con Europa, el famoso TTIP, y piensa renegociar el NAFTA -el que desde hace 20 años mantienen los Estados Unidos con Canadá y México-. Según Trump, su prioridad son "los puestos de trabajo, los sueldos y la seguridad de los norteamericanos". Es en parte gracias a este discurso, que va contra la élite, que se ha ganado parte de las clases desfavorecidas del país.

Por eso los mercados van como locos a la mínima posibilidad que ven que Trump gane y en estos últimos días las bolsas mundiales –desde Tokio hasta Wall Street– han vuelto a los números rojos. También es verdad que Hillary Clinton se opone al TTIP, pero las posibilidades que cambie de opinión son más altas. Clinton representa la continuidad de Obama, a pesar de que desde una visión más realista que la del "Yes we can" del 2008. Además, Clinton apoyaba el tratado cuando era secretaria de Estado, a pesar de retractarse en el 2015 al leer un borrador porque creía que destruiría puestos de trabajo norteamericanos. De momento, pues, este tratado no cuenta ahora con los buenos ojos de Clinton, pero la demócrata no se opone a los tratados de libre comercio en sí mismos, y podría negociar cambios en el texto.

El futuro de los Estados Unidos y del mundo en general depende de lo que pase este miércoles en los Estados Unidos. Es cierto que a estas alturas las encuestas dan ventaja a Clinton, pero también lo es que de momento son tan sólo proyecciones. Sólo las urnas dirán cuál de los dos candidatos ocupará a partir del 2017 el despacho oval de la Casa Blanca, y para eso todavía quedan horas. Los nervios, pues, acompañarán toda la jornada.