Todo acaba en una suma. Al final del día, hora de Barcelona, Joe Biden necesita 17 votos electorales para llegar a la Casa Blanca y es el candidato que tiene más opciones diferentes de hacer mayoría. También necesita mucha paciencia: Trump y la campaña republicana martillean con sus abogados amenazando con impugnaciones, alegaciones, anulaciones y recuentos. Sea como sea, esos 17 pueden salir de Arizona (11) y Nevada (6). Biden aun puede esperar a llevarse Pensilvania (20) y Georgia (16), y le dan vida en Carolina del Norte (15). En todos estos estados, salvo el último, Biden y los demócratas tienen mejores opciones que Trump y los republicanos.

El resultado va por la cuerda floja y la tensión es grande. El momento es tan increíble que incluso el empate a 1.515 de aquella asamblea de la CUP parece broma. A última hora de este miércoles, The New York Times daba Georgia a Biden, mientras que en Arizona faltaba contar en los condados trumpistas y la diferencia en Nevada era pequeña, de manera que Trump y Biden podrían empatar a 269, decía un analista de 2020.cat.

El gran premio: Pensilvania

Pensilvania es el gran premio de este recuento. El único republicano que ha ganado allí en las últimas ocho elecciones es, precisamente Donald Trump, en 2016. Derrotó a Hillary Clinton por los pelos: poco más de un punto. En este ciclo, ambas candidaturas han multiplicado la publicidad y los actos en el estado, el más visitado el último día de campaña y el mismo día de las elecciones. Pensilvania no espera resultados definitivos hasta el 6 de noviembre, fecha en que los abogados de los perdedores arrancarán la batalla legal que puede aplazar unas cuantas semanas la proclamación del vencedor. Paciencia, pues.

donald trump acn

Donald Trump en un acto de campaña

La ley electoral de Pensilvania —como la de Wisconsin y Michigan— prohíbe procesar papeletas enviadas por correo electrónico (desensobrar, verificar la identidad, aptitud y firma del votante) antes del día de las elecciones. Además, el Tribunal Supremo estatal autorizó a las autoridades electorales a aceptar votos por correo hasta el 6 de noviembre si se habían tramitado el día de las elecciones o antes.

Esta decisión está recurrida por los republicanos al Tribunal Supremo de los EE.UU., que aplazó la decisión a después de las elecciones. Por lo que pueda ser, la secretaria de Estado de Pensilvania ha organizado el recuento separando las papeletas que llegaron después del día de las elecciones. Eso facilitará anular los votos si, eventualmente, lo decide el Supremo, que ahora cuenta con una mayoría conservadora reforzada. Hay dos recursos más contra las votaciones anticipadas en dos distritos de mayoría demócrata. La campaña republicana —incluido el presidente Trump— ha dedicado muchos esfuerzos a este tipo de acciones legales, destinadas a evitar o suprimir el voto, especialmente en los estados del Sur que veían en peligro: Florida, Georgia, Carolina del Norte. Diferencias tan estrechas como las que se ventilan en estos estados hacen que cualquier anulación otorgue la mayoría.

El otro camino de Biden

Al margen de Pensilvania, Joe Biden tiene otro camino a la victoria. Con Wisconsin en el zurrón, lidera en Arizona (dos estados que pueden acabar el recuento el 4 de noviembre) y en Michigan. Además, le queda Nevada, que anunciará resultados este jueves. Con esos cuatro estados, Biden sería presidente aunque Trump ganara Carolina del Norte y Georgia.

Para seguir en la Casa Blanca, Trump tiene que mantener su ventaja en los dos estados del Sur y birlar a Biden al menos uno de los otros cuatro. Lo tiene difícil. Por eso la campaña republicana ha puesto en marcha la estrategia intimidatoria de declarar la victoria prematuramente; acusar falsamente y sin base a los demócratas de hacer trampas, y esperar la ayuda de los tribunales. Trabajar en los centros de recuento es, ahora mismo, más peligroso que el trabajo de John McClane en La Jungla de Cristal.

 

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

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