Las elecciones presidenciales anticipadas de Corea del Sur, previstas para el próximo martes 3 de junio, llegan en un momento de máxima tensión política y económica. La destitución del presidente Yoon Suk-yeol después de decretar la ley marcial y la crisis institucional resultante, han dejado el país en una situación de inestabilidad sin precedentes desde la democratización. El nuevo presidente tendrá que gestionar una economía en retroceso, la presión militar de Corea del Norte y, sobre todo, el impacto de los nuevos aranceles impuestos por Donald Trump en los productos surcoreanos —que están pausados hasta el 8 de julio. La presión norteamericana sobre Corea del Sur, con aranceles específicos del 25% sobre productos clave como el acero, el aluminio y, especialmente, los automóviles (sector fundamental para la economía exportadora surcoreana), se ha sumado a la situación ya compleja del país asiático, que busca apaciguar tensiones.
Los tres principales candidatos representan las tres opciones clave ante la crisis arancelaria: prudencia, diligencia o resistencia. Lee Jae-myung (Partido Demócrata) apuesta por la prudencia, defendiendo una negociación pausada e integral para evitar concesiones precipitadas. Kim Moon-soo (Partit del Poder del Pueblo) encarna la diligencia, proponiendo una resolución rápida y una mayor alineación con los Estados Unidos para proteger los intereses económicos y de seguridad. Finalmente, Lee Jun-seok (Partido de Nueva Reforma) opta por la resistencia, manteniendo una postura escéptica y sugiriendo que Corea del Sur tiene que soportar la presión, confiando en que la política arancelaria de Trump no se podrá sostener a largo plazo.
Tres opciones determinantes: los caminos de Corea del Sur
Lee Jae-myung es el representante del Partido Demócrata y actualmente lidera las encuestas apostando por una estrategia de cautela y negociación multilateral. Rehúye acuerdos precipitados con Washington y aboga para coordinarse con otros países afectados por los aranceles, alertando de que una cesión rápida podría comprometer los intereses nacionales. Mantiene la importancia de la alianza bilateral con los EE. UU., pero rechaza condiciones desequilibradas, especialmente si se vinculan cuestiones de defensa y comercio. Kim Moon-soo (líder del partido del presidente destituido, Partido del Poder del Pueblo) defiende una resolución rápida del conflicto y apuesta por negociar directamente con Trump, incluso incrementando la contribución surcoreana al mantenimiento de las tropas norteamericanas. Presenta su buena relación con Trump como un activo diplomático y considera que reforzar la alianza con los EE. UU. es clave para la seguridad y la competitividad del país. En esta línea, también ha criticado la postura más ambigua de Lee Jae-myung hacia China y Taiwán. Por último, Lee Jun-seok es el candidato para el Partido de Nueva Reforma, y muestra un escepticismo estratégico apostando por una posición ligeramente más beligerante. Cree que las políticas arancelarias de Trump no son sostenibles a medio plazo y que Corea del Sur tiene que resistir la presión y jugar al desgaste de su rival, manteniendo una estrategia calculada y pidiendo más tiempo de negociación. Según él, la presión interna en los EE. UU. podría forzar Trump a retroceder, y precipitarse sería un error.
Impacto económico y presión social interna
Los aranceles del 25% impuestos por la administración Trump sobre sectores clave de la industria surcoreana, especialmente el automóvil, el acero y el aluminio, han tenido un fuerte impacto en la economía del país, que ya se encuentra en recesión. El sector automovilístico, que representa cerca del 27% de las exportaciones surcoreanas hacia los Estados Unidos, es uno de los más afectados, y empresas como Hyundai estudian subir precios en los EE. UU. para compensar la entrada en vigor de estas nuevas tarifas. Las exportaciones totales podrían caer casi un 5% este año, con descensos todavía más pronunciados en la electrónica y la automoción, mientras el sector empresarial presiona el gobierno para encontrar una solución rápida que minimice los daños económicos.
Sin embargo, la crisis arancelaria no es el único quebradero de cabeza para Corea del Sur. El país se encuentra en una coyuntura internacional compleja, marcada por la presión militar de Corea del Norte, la creciente influencia económica de China y una administración norteamericana imprevisible, con Trump dispuesto a rediseñar las alianzas en la Asia-Pacífico. Este escenario de incertidumbre global y malestar interno hace que el resultado de las elecciones sea decisivo para definir la estrategia surcoreana ante Washington y el futuro de su economía exportadora. Así, los candidatos no solo compiten por la presidencia, sino también por la capacidad de Corea del Sur de defender sus intereses en un entorno internacional que se ha manifestado claramente incierto.