Venecia tiene un nuevo habitante ilustre, y no es precisamente un gondolero. Se llama Mimmo, es un delfín mular (bottlenose dolphin) y desde hace meses nada con elegancia por la laguna veneciana, incluso frente al célebre Bacino de San Marco, junto a la plaza más fotografiada del mundo. El problema es que, entre selfies, bailes improvisados y turistas que quieren inmortalizarlo todo, el animal podría estar en peligro. Diversos colectivos animalistas y ecologistas han lanzado la campaña “Save the Dolphin” para pedir que Mimmo sea trasladado a un entorno más seguro, lejos de las hélices de los taxis acuáticos y de los vaporetto que atraviesan la laguna a todas horas.

Este animal no es una atracción turística, es un ser salvaje que necesita un hábitat más saludable”, recuerda Cristina Romieri, impulsora de la campaña. Según explica, Mimmo puede sobrevivir en aguas costeras, pero la Bacino de San Marco es otra historia: es uno de los puntos más transitados del Mediterráneo, con embarcaciones de todo tipo cruzándose constantemente.

Un delfín sin miedo

Mimmo fue visto por primera vez el 23 de junio por Manuel Tiffi, un conductor de taxi acuático. “Nadaba justo delante de la proa, como si quisiera saludarnos”, explicaba Tiffi al Corriere della Sera. Los taxistas locales incluso se han organizado para avisarse entre ellos y reducir la velocidad cuando lo ven. Pero, según Tiffi, “el delfín no parece tener nada de miedo”. Otros, sin embargo, no han sido tan cuidadosos. Hay quien ha intentado lanzarle pelotas o incluso seguirle con la barca para hacerse una foto más cercana. En algunos casos, se han llegado a organizar tours improvisados “para ver a Mimmo”, lo que ha encendido todas las alarmas de los expertos.

Los científicos piden calma (y distancia)

El Cert, el equipo de emergencias para animales marinos varados vinculado a la Universidad de Padua, y la Guardia Costera vigilan al animal desde hace semanas. El objetivo es ayudarlo a volver al mar abierto, si es posible, sin estrés ni persecuciones. Las autoridades han pedido a los navegantes mantener al menos 50 metros de distancia si lo ven. “Los delfines mulares son los más comunes de las aguas italianas”, explica Guido Pietroluongo, investigador del Cert. “A menudo siguen a los pescadores en el norte del Adriático, y de vez en cuando algún ejemplar se desvía, siguiendo la comida, y acaba en zonas con mucha actividad humana”.

De hecho, la laguna veneciana está llena de peces, así que Mimmo ha encontrado un buffet libre ideal. “Si no hubiera comida, ya se habría ido o habría muerto en una semana”, dice Pietroluongo. Aun así, insiste en que lo más importante es no molestarlo: “Si viéramos un león en medio de la plaza de San Marcos, nadie pensaría en ir a darle un abrazo. Pues con un delfín, lo mismo”.

Una estrella con aletas

Entre la preocupación y la fascinación, Mimmo se ha convertido en una pequeña celebridad local. Los venecianos lo miran con ternura –y un poco de nervios– mientras esperan que el delfín encuentre el camino de regreso al mar. Mientras tanto, en las redes, el hashtag #CiaoMimmo acumula fotos, vídeos y mensajes de afecto. Venecia siempre ha sido la ciudad de los canales… ahora también es, por unos días, la ciudad del delfín.