El Vaticano estudiará cuál fue el papel de las diaconisas en los primeros años de la Iglesia y los motivos por los cuales no les está consentido pronunciar la homilía. Así lo ha comunicado este martes la Santa Sede, tres meses después de que el Papa Francisco lo sugiriera en el marco de un encuentro de la Asamblea Plenaria de las Superioras Generales.

Aunque, como recordó el pontífice, esto no implica abrir las puertas a la ordenación de mujeres, se trata de un principio de apertura, en la línea de lo que lleva siendo su mandato. “La función de la mujer no es tan importante como el pensamiento de la mujer”, reflexionaba entonces, añadiendo que “piensa de otro modo que los hombres y no se puede tomar una decisión buena y justa sin escucharlas”.

El organismo estará presidido por monseñor Luis Francisco Ladarria Ferrer, arzobispo de Tibica, junto a doce miembros más, seis de los cuales serán mujeres religiosas y docentes universitarias. Un ejemplo de ello será Núria Calduch-Benages, de la Pontifícia Comisión Bíblica; o la profesora de ‘La Sapienza’ de Roma Francesca Cocchini.

Funciones

Según el concilio del Vaticano II, las funciones litúrgicas y pastorales del diácono son: "administrar solemnemente el bautismo, reservar y distribuir la Eucaristía, asistir al matrimonio y bendecirlo en nombre de la Iglesia, llevar el viático a los moribundos y leer la sagrada Escritura a los fieles".

También figuran las funciones de "instruir y exhortar al pueblo, presidir el culto y oración de los fieles, administrar los sacramentales (y) presidir el rito de los funerales y sepultura". Todo ello, algo en lo que participaban en tiempos de la Iglesia primitiva, y que se fue extinguiendo con el paso del tiempo.