El Partido Comunista Chino está aprovechando la inteligencia artificial (IA) para reforzar la vigilancia y el control de sus 1.400 millones de ciudadanos, según un nuevo informe publicado por el think tank australiano Australian Strategic Policy Institute (ASPI) y citado por CNN. La tecnología llega cada vez más a la vida cotidiana, permite predecir manifestaciones públicas y monitorizar el estado de ánimo de los presos.
Muchos de estos sistemas ya eran conocidos; desde el ejército de censores en línea que mantienen la Gran Muralla de China digital, hasta las cámaras de vigilancia omnipresentes en las calles de las grandes ciudades. Pero el informe detalla cómo las herramientas de IA del gobierno, utilizadas para “automatizar la censura, mejorar la vigilancia y prevenir disidencias”, se han vuelto mucho más sofisticadas en los últimos dos años, en un contexto de rivalidad tecnológica creciente con Estados Unidos.
“China está utilizando la IA para hacer que sus sistemas de control existentes sean mucho más eficientes e intrusivos. La IA permite al PCC supervisar a más personas, más de cerca y con menos esfuerzo”, explica Nathan Attrill, coautor del informe y analista sénior de China en ASPI, y recoge la misma cadena estadounidense. Según los investigadores, la IA se ha convertido en el eje central de una forma de control autoritaria más omnipresente y predictiva, con implicaciones globales, ya que Beijing también exporta tecnología de vigilancia a otros países.
La relación entre ciudadanos e inteligencia artificial
La inversión china en empresas de IA alcanza cientos de miles de millones de dólares, con avances constantes en investigación y desarrollo, a pesar de los esfuerzos de EE. UU. por limitar el suministro de chips de alta potencia. La población, además, ha recibido con entusiasmo estas tecnologías: un estudio de 2024 de IPSOS revela que los ciudadanos chinos son más optimistas con la IA que sus homólogos de 32 países.
El informe señala que el uso de IA ya está presente en la vigilancia policial, procedimientos judiciales y prisiones, y podría integrarse en todos los pasos del sistema de justicia penal. Las cámaras, muchas con reconocimiento facial y rastreo de localización, alcanzan cifras estimadas de 600 millones en todo el país. Algunos sistemas pueden alertar automáticamente a la policía sobre concentraciones de personas o sugerir medidas legales en juicios y procesos administrativos.
También hay un impulso para desarrollar “prisiones inteligentes”, con cámaras que monitoricen expresiones faciales y aplicaciones de realidad virtual para terapia asistida por IA. El informe apunta que los modelos lingüísticos chinos incluso pueden supervisar y controlar comunicaciones en lenguas minoritarias como uigur, tibetano, mongol o coreano.
La doble vertiente de la IA
Las grandes empresas tecnológicas chinas como ByteDance, Tencent y Baidu son clave en este ecosistema. Las plataformas bloquean contenido políticamente sensible, asignan “puntos de riesgo” a usuarios y ofrecen herramientas de moderación a otras compañías, colaborando con las autoridades en más de cien casos penales.
Tal como resalta la misma cadena, Xiao Qiang, investigador de la Universidad de California, asegura que estas tecnologías pueden mejorar la seguridad, pero también son utilizadas para la persecución política y el control de minorías étnicas y disidentes. El informe advierte que otros regímenes autoritarios podrían replicar estos modelos de IA a escala global.