El 10 de febrero empezará el año chino 4722, que corresponde al año del Dragón, uno de los 12 animales del horóscopo chino, y que finalizará el 28 de enero del 2025. Las personas que son nacidas bajo el signo del Dragón, según la cultura china, son unas afortunadas, porque el dragón es considerado el mejor signo de todos, lo que simboliza la fuerza, la suerte, la sabiduría, el crecimiento y la vitalidad. Así, los bebés que nazcan a partir del 10 de febrero se considera que serán personas llenas de energía, unos líderes natos y gran capacidad de innovación. Es por eso que, cuando el país atraviesa una grave crisis por el hundimiento demográfico, el gobierno chino confía que la coincidencia del 2024 con el año del Dragón, pueda disparar el índice de natalidad, como ha sucedido en otros momentos históricos que han coincidido con este signo, en los años 1940, 1952, 1964, 1976, 1988, 2000 y 2012. Dados los valores que se atribuyen al Dragón, es habitual en China que los padres hagan coincidir los nacimientos de sus hijos con el de este signo zodiacal.

Caída demográfica

Pero aunque se espera que se produzcan más nacimientos, las expectativas de que pueda haber un crecimiento que frene la desaceleración de la natalidad en los últimos años son más bien discretas, porque la caída demográfica ha sido imparable. El descenso de la tasa de natalidad, junto con el envejecimiento de la población, ha provocado que desde abril del 2023 China haya dejado de ser el país más poblado del mundo, condición que ostentaba desde 1950, y haya sido superado por la India, según datos de la ONU, que otorgaba a este país un total de 1.425.775.850 habitantes, 2,9 millones más que el gigante asiático. Durante mucho tiempo, la suma de los dos países representaba el 60% de la población mundial.

China registró el año pasado 6,39 nacimientos por cada 1.000 habitantes, frente a los 6,77 del 2022, según la Oficina Nacional de Estadísticas (BNE) de China, que representa la tasa de natalidad más baja desde la gran hambruna de 1959. Estas cifras se traducen en el hecho de que China, en el 2023, perdió a 2,08 millones de habitantes, dado que la cifra de defunciones (11 millones) superó a la de nacimientos (9,02 millones). Esta taza de fertilidad ha experimentado una caída progresiva en la última década, y en el 2022 tocó fondo, con 1 nacimiento por mujer por término medio, cuando el nivel que se considera necesario para sostener una población, lo que se denomina tasa de reposición, es de 2,1 nacimientos por cada mujer.

Políticas para incentivar la natalidad

El gobierno de Xi Jinping ha impulsado políticas para revertir esta tendencia en los últimos tiempos, cuando precisamente durante décadas, se aplicaron políticas de natalidad restrictivas, como la de la ley del hijo único que se introdujo en 1979 con el fin de frenar el crecimiento demográfico. Ahora, pasa todo al contrario. Después de 40 años, las autoridades eliminaron la ley en el 2016 para permitir dos hijos, y desde el 2021 se ha intentado fomentar que las parejas tuvieran hasta tres hijos con exenciones fiscales y otros incentivos, como la prolongación de las bajas maternales. Pero la sociedad china ha cambiado, y la prioridad de las mujeres ahora no es la de tener hijos, y comparten muchas de las inquietudes que tienen las mujeres occidentales. Prefieren no tener que renunciar a una vida laboral y profesional para no depender del marido, quieren viajar y ya no sienten la obligación de ser madres, porque el concepto de la familia y del amor también ha cambiado.

Consecuencias económicas

Las consecuencias económicas para China son muchas, y muy preocupantes. La población más envejecida dispara el gasto de la seguridad social y la carga fiscal, y eso, sumado al descenso de nacimientos, hace que disminuya la mano de obra del futuro y no sea suficiente para sustentar a las personas de más edad. De hecho, la población en edad laboral en China tuvo su punto máximo en el 2014, y en los últimos dos años las cifras registraban una ratio de 100 personas en edad laboral disponibles por cada 20 personas ancianas, mientras que la previsión es que en el 2100, cien chinos tengan que mantener hasta 120 ancianos. Además, la economía china ha sufrido una recesión después de la pandemia, con una caída de la actividad de las fábricas, y también atraviesa una importante crisis inmobiliaria, un sector que durante décadas impulsó la economía del país, y que actualmente sufre caídas de las ventas de hasta el 40%, con un mercado en riesgo de colapso. El riesgo de deflacció es uno de los grandes temores a causa de la caída de la inflacció (un 0,8% interanual en enero).