Después de décadas de coexistencia, Alemania se prepara para decir adiós a las tres últimas plantas nucleares actualmente en funcionamiento. Este mismo sábado, el país europeo se despedirá definitivamente de la energía atómica con el cierre de las estaciones de Isar 2, Emsland y Neckarwestheim 2 a medianoche. Una medida que llega en plena crisis energética derivada de la guerra a Ucrania: esta situación ya provocó que, el octubre pasado, el gobierno alemán decidiera retrasar la clausura de las plantas hasta abril con el fin de intentar hacer frente a la escalada de precios y los temores de un invierno con apagones de luz. Ahora, sin embargo, no habrá más dilaciones, y Alemania dejará de producir electricidad a partir de la energía nuclear.

Pero no todo el mundo está de acuerdo. De hecho, la decisión llega en un momento en que hay un gran debate a la sociedad alemana por el cierre de estas plantas. Después del accidente nuclear de Fukushima en el 2011, la canciller Angela Merkel apostó por eliminar gradualmente esta fuente de energía en el país a lo largo de la siguiente década. La voluntad de cerrar las 17 plantas que tenía el país en aquel momento resonaba positivamente entre la población alemana, preocupado para que pudiera replicarse en su casa el accidente de Japón. Unas 250.000 personas salieron a las calles para reclamar el cierre de las estaciones nucleares.

Con un 59% de alemanes en contra

Ahora bien, si avanzamos hasta el presente, se constata que la opinión pública ha cambiado. Una encuesta esta misma semana del medio público ARD muestra que el 59% de alemanes creen que el abandono definitivo de esta fuente de energía es una mala noticia, mientras que solo el 34% da apoyo. A pesar de eso, el gobierno germánico --formado por el Partido Socialdemócrata, los Verdes y los liberales del FDP-- no retrocederá, y culminará la promesa de Merkel. Curiosamente, son ahora los conservadores de la CDU quienes lideran la crítica contra el cierre de las plantas, con el diputado Jens Spahn asegurando recientemente que hoy "es un día negro para la protección del clima".

Actualmente, un 44% de la electricidad en Alemania proviene de renovables, y solo un 6% es de origen nuclear. Pero el problema es que, con el cierre de las estaciones atómicas, el país podría verse obligado a depender de las importaciones de gas natural y de las plantas de carbón, mucho más contaminantes. El pueblo de Lützerah ya fue desalojado hace unos meses con el fin de agrandar la mina de carbón Garzweiler II en un país que ya es uno de los principales usuarios de esta materia prima. En todo caso, el cierre de las últimas tres plantas en Alemania no será tranquilo: ya hay convocadas muestras de apoyo a las calles, pero también acciones de protesta que podrían ser sonadas. El debate, pues, parece lejos de haber acabado.