El ya popular “truco de la abuela” de meter una bolsa de plástico en la lavadora se ha convertido en uno de esos consejos caseros que corren como la pólvora en redes sociales. La explicación es sencilla: la bolsa, al girar dentro del tambor, tiene la capacidad de atraer pelos, pelusas y pequeñas partículas de suciedad que suelen quedarse pegadas a la ropa, sobre todo en prendas oscuras o en tejidos que generan electricidad estática. El resultado es una colada mucho más limpia y con un aspecto renovado. Desde La Gandula de ElNacional.cat os mostramos este último truco viral. 

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El truco viral definitivo

Más allá de si funciona en todos los casos, lo interesante es cómo un gesto tan simple despierta la curiosidad de miles de personas. Al fin y al cabo, la lavadora es uno de esos electrodomésticos donde siempre buscamos pequeños trucos para mejorar el resultado: desde usar vinagre para suavizar las prendas hasta añadir bicarbonato para blanquear la ropa. La bolsa de plástico se suma a esa larga lista de remedios caseros que, aunque no siempre garantizan milagros, muchas veces ofrecen soluciones prácticas y sin coste añadido, tal y como nos enseña la influencer alydecohome en su perfil de Facebook

Otro truco que está arrasando en redes y que también muestra esta influencer es el de limpiar zapatillas blancas con pasta de dientes combinada con bicarbonato de sodio. La mezcla, aplicada con un cepillo de dientes, genera espuma y potencia un efecto blanqueador que ayuda a eliminar manchas difíciles y a devolver el brillo al calzado

Precaución con los remedios caseros

Eso sí, como ocurre con la mayoría de remedios caseros, no conviene aplicar la fórmula a la ligera. Cada material reacciona de manera diferente, y si se frota con demasiada fuerza o se abusa de la mezcla, algunos tejidos delicados o acabados especiales pueden deteriorarse. Lo más recomendable es retirar cordones y plantillas antes de la limpieza, trabajar las manchas poco a poco y, en caso de usar la lavadora, meter las zapatillas dentro de bolsas de rejilla o con agujeros que las protejan del roce directo con el tambor. Además, optar siempre por programas de agua fría o lavados suaves, de máximo 40 grados, ayuda a conservar la forma del calzado y a alargar su vida útil.

El último paso, aunque muchos lo olvidan, es fundamental: el secado. Meter las zapatillas en la secadora puede provocar que se deformen, que se despeguen algunas partes o incluso que el calor dañe el pegamento de la suela. Por eso, la mejor opción es dejarlas secar al aire, en un lugar fresco y ventilado, rellenándolas con papel para mantener su forma y absorber la humedad más rápido. Evitar la luz directa del sol también es clave para que el tejido blanco no amarillee. Con estos cuidados, el resultado es sorprendente: unas zapatillas limpias, sin olores y listas para volver a usarse, todo gracias a un truco sencillo y económico que cualquiera puede probar en casa.