Si eres de los que, cuando alguien está de mal humor, le dices, cuando hablas catalán, cascarràbies sin pensarlo, que sepas que no eres el único. Es una palabra que ha penetrado de una manera impresionante en el vocabulario de Catalunya. La decimos automáticamente, como si fuera de toda la vida, y quizás por eso sorprende a tanta gente cuando descubren que, en realidad, no es catalana. Pero nada de nada. Es un castellanismo que se ha colado a base de oírlo en todas partes: series, radio, redes, conversaciones cotidianas…
Ahora bien, ¿esto significa que estamos hablando mal? No, no va de eso. La intención no es ir corrigiendo a la gente ni hacer ver que vivimos dentro de una burbuja lingüística. Pero sí es útil, de vez en cuando, parar un segundo y pensar en las palabras que usamos. Porque, si no lo hacemos, al final acabamos hablando un catalán que más que catalán parece una mezcla extraña que no ayuda a mantener la riqueza de la lengua.
¿Por qué en catalán elegimos cascarràbies y no rondinaire?
La forma correcta es rondinaire, aunque en muchos casos la lengua funciona así: utilizamos las palabras que más repite la gente. Cascarràbies tiene un punto cómico, descriptivo, y suena familiar. En cambio, rondinaire o remugaire son palabras que hemos oído menos, y por eso las tenemos menos en la punta de la lengua.
La convivencia entre idiomas, tal como es
Catalunya es bilingüe de facto, y eso nadie lo cambiará con un artículo como este. Pero sí hay una cosa que depende de nosotros: escoger conscientemente. No se trata de imponer nada, sino de saber qué decimos. Si un día te sale cascarràbies, no pasa nada. Pero quizás al día siguiente, sin darte cuenta, te acaba saliendo rondinaire, y ya está, eso también es hacer lengua.
Además, muchas personas explican que, cuando empiezan a fijarse un poco, descubren que conocer alternativas les da más herramientas para expresarse. No es solo “hablar bien”, es “hablar mejor”, tener más precisión y más recursos. Una especie de actualización personal del diccionario.
El papel del catalán coloquial
También es verdad que hay castellanismos que ya forman parte del catalán coloquial y que difícilmente desaparecerán. Y aquí se abre un debate interesante: ¿qué es realmente hablar catalán? ¿Respetar la normativa al cien por cien? ¿O aceptar que hay una manera viva, espontánea e imperfecta de hablar que convive con la forma más estándar?
La respuesta suele estar en el medio. No hace falta que nos convirtamos en policías lingüísticos, pero tampoco hace falta renunciar a cuidar la lengua. El catalán coloquial puede ser muy genuino si usamos palabras de aquí, y no pasa nada si de vez en cuando nos sale un castellanismo: el problema aparece cuando acaban siendo mayoría.
Algunos castellanismos que decimos cada día en catalán y las alternativas
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Tacaño → garrepa, escadusser
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Currar → treballar, fer feina
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Fardar → presumir, fer el fatxenda
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Molar → agradar molt, fer el pes
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Cabreo → empipada, enrabiada
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Guapo/guapa → eixerit, agraït
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Chulo → fatxenda o bonic