A veces no hace falta ir muy lejos para sentir que estás en otro mundo. A pocos minutos del centro de Sabadell, se esconde uno de esos rincones que sorprenden por su belleza natural, su tranquilidad y su frescura: el Torrent de Colobrers. Aunque es solo un pequeño afluente del río Ripoll, y este a su vez del Besòs, su recorrido encañonado a través de bosques frondosos lo convierte en una ruta ideal para desconectar del ritmo urbano sin salir del Vallès. Desde la sección de contenido de verano La Tumbona de ElNacional.cat te mostramos como puedes hacer esta excursión tan bonita. 

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¿Dónde empieza esta excursión?

La excursión comienza de forma sencilla, junto al restaurante Can Pagès, donde un camino desciende suavemente hacia el torrente. Nada más empezar, el entorno cambia por completo: el aire se vuelve más fresco, la vegetación se espesa y el sonido del agua guía el recorrido. El sendero discurre paralelo al riachuelo, cruzando varias pasarelas de madera que le dan un toque encantador al paseo.

Lo que más sorprende al avanzar es la cantidad de vegetación que crece junto al agua. Helechos, musgos y árboles altos crean una especie de pequeño microclima húmedo, muy diferente al paisaje habitual de la zona. Uno de los puntos más bonitos es la Font de la Tosca. Es un lugar ideal para parar, refrescarse y hacer unas cuantas fotos si os gustan los paisajes frondosos que encontraréis en esta zona tan única que parece sacada de otra parte del planeta. 

En mitad de la ruta, encontramos uno de los rincones más curiosos: la Foradada, un túnel excavado en la roca a finales del siglo XIX.  Este túnel permite al torrente continuar en línea recta. Pasarlo caminando añade un toque de aventura a la salida. Además, durante toda la ruta pasaréis por multitud de puentes de madera que pasan por encima del torrente de agua que os permitirán explorar prácticamente cualquier parte del recorrido por complicado que parezca. 

Un microclima de cuento

Después de este punto, el camino se separa del torrente y empieza a subir, en suaves curvas, hasta llegar a una pista más amplia. Aquí encontramos la Bassa de Can Moragues, un antiguo lavadero de piedra medieval que todavía conserva su encanto y es perfecto para hacer una pequeña pausa de hidratación o para comer algo si vamos con niños o personas más mayores. 

La ruta puede alargarse un poco más siguiendo la pista hacia Can Moragues y Can Vilà, dos antiguas masías que marcan el inicio del tramo final. Desde aquí se accede a la ermita de Togores, un lugar tranquilo y con buenas vistas, ideal para sentarse un rato si el tiempo acompaña.

Para los que quieran añadir un poco de emoción al regreso, existe una variante que cruza por una zona especialmente frondosa conocida como el Riu Tor, un tramo más salvaje y cerrado, que nos lleva hasta las ruinas de la Mare de Déu dels Dolors y la Torre del Canonge. Este último tramo aporta un aire más misterioso y casi selvático, perfecto para quienes disfrutan explorando lugares con historia.

El descenso final lleva al parque fluvial del río Ripoll, donde el paisaje se abre de nuevo y es posible caminar junto al río, observar los huertos urbanos y conocer los sistemas de depuración natural del agua mediante filtración. En esta zona os recomendamos ir entre semana y si puede ser habiendo madrugado, ya que más tarde es un sitio muy concurrido por 'runners' y ciclistas.