Tal día como hoy, hace 39 años, llegaba a Barcelona desde el exilio el president de Generalitat, Josep Tarradellas i Joan. Por la noche hacía acto de presencia en el balcón de Palau, y ante una inmensa multitud que llenaba la plaza de Sant Jaume y las calles adyacentes, pronunciaba una frase que ha quedado en los anales de la historia de Catalunya. Y que ha quedado, también, grabada en la memoria colectiva de millones de personas que –allí mismo o por televisión– seguían el momento histórico: "Ciutadans de Catalunya, ja sóc aquí". Una frase que repitió para añadir acto seguido: "Jo també vull l'Estatut".

"Ja sóc aquí" fue una expresión especialmente escogida por el president Tarradellas por todo el simbolismo que representaba. "Ja sóc aquí" resumía en tres palabras el sentir mayoritario de la sociedad catalana de la época. La luz del amanecer de la libertad, que terminaba con una larga, trabajada y angustiosa espera en la tenebrosa noche de la dictadura franquista. "Ja sóc aquí" era, también, el grito de culminación de una tenaz resistencia. Catalunya se afirmaba –nuevamente– como sujeto político con voluntad propia. El Estatut de Autonomia, el Parlament y la Generalitat. La Carta Magna catalana y las instituciones propias de gobierno.

Tarradellas había sido nombrado president en 1956, cuando ya hacía años que se había perdido toda esperanza en una intervención –de las fuerzas aliadas en la Segunda Guerra Mundial– por derrocar el régimen franquista. En aquellos años difíciles, Tarradellas tuvo la talla de estadista necesaria para continuar la obra política del Gobierno catalán desde el exilio. En unas condiciones difíciles y precarias, asumió la responsabilidad histórica que le había reservado el destino. Y su figura se convertiría en el eslabón de continuidad que tenía que legitimar política e históricamente la recuperación del autogobierno y de la libertad.