Tal día como hoy del año 1597, hace 426 años, se iniciaban las obras de construcción del Teatre de la Santa Creu, denominado popularmente Casa i Corral de les Comèdies. Este edificio sería promovido por el Hospital de la Santa Creu como una vía de financiación de su actividad. Sería emplazado en la Rambla sobre un edificio efímero anterior, construido poco antes, exclusivamente con madera. El nuevo edificio (actualmente situado sobre las fincas 27 y 29 de la Rambla) se proyectó y construyó con piedra y madera y se convirtió en uno de los principales focos de actividad cultural y social de la ciudad durante los siglos posteriores (XVII y XVIII).

La construcción del nuevo edificio, que suponía la consolidación de la actividad teatral que en él se desarrollaba, fue muy controvertida. Las jerarquías eclesiásticas de la ciudad (obispo Lloris y los canónigos de la sede) se opusieron, argumentando que las obras que ahí se representaban eran contrarias a la moral que dictaba la Iglesia católica, sobre todo en aquellos años de plomo inmediatamente posteriores al Concilio de Trento (1545-1563). También se opuso la facción más conservadora de las autoridades civiles, con el pretexto de que, en muchas ocasiones, al concluir las funciones se producían peleas multitudinarias en los alrededores del teatro.

Finalmente, y después de muchos tira y afloja, se completó la obra y se inauguró en 1603. El Teatre de la Santa Creu resistió relativamente bien los bombardeos de la artillería borbónica durante el asedio de 1713-1714. Y, posteriormente, vivió los grandes escándalos protagonizados por el capitán general borbónico Ambrosio de Funes, conde de Ricla, y su amante Teresa Bergonzi, segunda bailarina de la casa, y que resultó ser una espía al servicio del mujeriego y mercenario del espionaje Giacomo Casanova. Casi dos siglos más tarde del inicio de las obras (1783), el Teatre de la Santa Creu acogería la apertura de la primera temporada estable de ópera de la historia de Barcelona.

El Teatre de la Santa Creu fue totalmente reconstruido tras un gran incendio que destruyó la totalidad del edificio anterior (1787). Después de aquel siniestro, las autoridades municipales de la época habilitaron un edificio de representaciones efímero, construido con madera y situado en los alrededores, mientras se llevaban a cabo las obras de reconstrucción del teatro destruido por las llamas (1787-1789). Posteriormente, el Teatre de la Santa Creu sería renombrado como Teatre Principal (1840) y nuevamente reformado (1847) según el proyecto del arquitecto Francesc Daniel Molina i Casamajó (Vic, 1812 - Barcelona, 1867), autor del plan urbano y arquitectónico de la plaza Reial.