Tal día como hoy del año 1921, hace 100 años, el Ajuntament de Barcelona aceptaba la cesión de unos terrenos delimitados por las calles Mallorca, Cerdeña, Provenza y Sicilia; con la condición que este espacio se tenía que destinar a parques, jardines o campos de ejercicios deportivos. Aquellos terrenos eran propiedad de la Asociación de Devotos de Sant Josep, un colectivo formado por más 25.000 miembros, que, dirigida por Josep Maria Bocabella, había sido el promotor de las obras del templo de la Sagrada Familia (1882).

Aquellos terrenos formaban parte del proyecto de creación de una gran plaza (denominada Plaza Estelada por su trazado similar a un cometa) que, a la vez, era parte del Plan Jaussely, que se había diseñado para integrar de forma racional los pueblos del plano de Barcelona en el Plano de Eixample de Cerdà. En aquellos momentos, Barcelona ya era el primer centro demográfico y económico de la península Ibérica, y las clases dirigentes de la ciudad proponían un nuevo plano que reforzara el papel de capitalidad de Barcelona.

El Plan Jaussely —dibujado por el arquitecto urbanista Leon Jaussely (Tolosa, Languedoc, 1875 – Givry, Borgoña, 1932)— había previsto destinar los pueblos de la parte más alta del plano de Barcelona (Sarrià, Sant Gervasi, Horta) a funciones de esparcimiento; la zona media (Sant Andreu y Sants) a concentración industrial y edificación de viviendas obreras; y la zona central (Gràcia) conservaría su carácter menestral. Aquel plan también preveía desplazar el centro de la ciudad a la plaza de las Glorias.

De aquella cesión de terrenos resultaría la creación de la plaza de la Sagrada Familia, situada del lado de poniente del templo y que, en la actualidad, es uno de los espacios más conocidos y más concurridos de la ciudad de Barcelona y de la península Ibérica. Pero el Plan Jaussely no se llevaría nunca a cabo. La cultura especulativa de los propietarios de los terrenos de la parte más alta del Eixample; y la oposición de los vecinos y de los comerciantes de Ciutat Vella a la pérdida de la centralidad condenó el proyecto al fracaso.