Tal día como hoy, hace 970 años, murió en Sant Miquel de Cuixà (Conflent, Catalunya del Nord) el abad Oliba, promotor de las Asambleas de Paz y Tregua, que reunían todos los estamentos de la sociedad (campesinos, artesanos, comerciantes, clérigos y nobleza militar). Estas asambleas son consideradas el precedente más remoto de las Cortes (el Parlament) y de los Usatges (la Constitución catalana), paradigmas de representación plural –con las lógicas limitaciones que imponía la época– en la toma de decisiones que afectaban al conjunto de la sociedad. Y son consideradas también el precedente más remoto de los sistemas parlamentarios actuales.

Las Asambleas de Paz y Tregua surgieron a principio del año 1000, en una etapa que los historiadores han llamado revolución feudal. Eso significa que los barones –una especie de policía militar delegada– hicieron abuso de su poder y de sus funciones. Extorsionaron a los campesinos, forzándoles a entregarles la propiedad de la tierra a cambio de garantizarles una seguridad que ya estaba garantizada por ley. Este proceso estuvo presidido por una gran violencia (asesinatos, incendios), que hizo que los campesinos –el cuerpo social mayoritario del país– pasaran de propietarios libres a siervos.

El abad Oliba, inicialmente, se convirtió en el síndico defensor de los campesinos. Reivindicó la intervención y la protección de la autoridad condal. Más tarde, como respuesta a la incapacidad de los condes para frenar la violencia de los barones, consiguió reunir e implicar a los representantes más destacados de las partes en conflicto. Sería el inicio de las Asambleas de Paz y Tregua, que daban voz a todos los estamentos representativos de aquella sociedad y otorgaban naturaleza de ley a los acuerdos alcanzados en sesión parlamentaria. La primera asamblea, que se celebró en Toluges (Roselló, Catalunya del Nord) el año 1027, crearía un precedente de extraordinaria importancia en la historia de Europa.