Tal día como hoy del año 1839, hace 180 años, en Barcelona, el científico Pere Felip Monlau i Roca, obtenía la primera fotografía de la historia de la península Ibérica. Aquella primera instantánea se consiguió con una cámara de daguerrotipo; y sería, también, una de las primeras imágenes la historia capturadas y fijadas por una cámara. La cámara del daguerrotipo había sido probada con éxito tan sólo pocos meses antes por el decorador francés de origen vasco Louis-Jacques Daguerre (de quién tomaría el nombre) y era el resultado del perfeccionamiento de artefactos anteriores que habían intentado captar y fijar una imagen. El precedente más inmediato era la cámara del inventor francés Joseph-Nicéphore Niepce (1826), que había obtenido una fotografía después de una exposición de ocho horas.

Aquella primera instantánea de la historia de Catalunya y de la península Ibérica se captó desde una terraza del Pla de Palau, que en aquel momento era considerado el lugar más moderno de la ciudad. Aquella primera experiencia fue previamente publicitada, y el día que se llevó a cabo reunió a un gran público: a través de un anuncio se había hecho un llamamiento a la participación del acontecimiento, que tenía que empezar a las once de la mañana, y que tenía que durar una hora, poco más o menos, en función de la atmósfera y de la irradiación solar. Según la investigación historiográfica, aquella primera instantánea fue sorteada para recaudar fondos, y se perdió la pista para siempre. Se estima que, actualmente, podría formar parte de alguna colección privada.

Monlau, nacido en Barcelona el año 1808, era hijo de Jaume Monlau (de Vielha) y de Francesca Roca (de Esparraguera). En el transcurso de su vida se doctoraría en Medicina (especialidad Psiquiatría), en Literatura e Historia, y en Filosofía; y sería uno de los máximos exponentes de la intelectualidad catalana del siglo XIX. También fue uno de los más destacados exponentes de la corriente higienista, que postulaba repensar la calidad de los alimentos, del aire en el trabajo, del descanso, y de la oxigenación del cuerpo humano; valores precursores de la práctica deportiva. El año 1841 sería galardonado con un premio por su trabajo Abajo las murallas, que defendía el derrumbe de la muralla de Barcelona, el esponjamiento de la zona intramuros y la expansión racional hacia la zona extramuros.