Tal día como hoy del año 1562, hace 457 años, un terremoto destruía totalmente el asentamiento colombino de Concepción de La Vega, situado en la parte nordoriental de la isla de la Hispaniola (actual República Dominicana), que había sido la primera fábrica europea de azúcar, de alfarería, de armas, de moneda y de fundidora de oro en el continente americano. La Vega había sido fundada el año 1494, en el transcurso del segundo viaje colombino —formado, en buena parte, por catalanes y valencianos—, sobre un lugar estratégico situado a treinta kilómetros de la costa. Y su primer alcalde había sido el comerciante tarraconense de origen judío-converso Miquel de Ballester; amigo personal de los Colón.
También sobre aquel lugar se creó el Fuerte de la Concepción —la primera instalación militar estable construida por los europeos en el continente americano; y su primer gobernador fue el valenciano de origen judeo-converso Antoni de Torres, amigo personal —y muy probablemente también empleado— del banquero valenciano de origen judeo-converso Lluís de Santàngel, financiero del primer viaje colombino. La construcción del asentamiento y de la fortificación serían, principalmente, obra de la tripulación del Marigalant, uno de los barcos de la flota del segundo viaje colombino. Aquella nave estaba tripulada, exclusivamente, por catalanes y valencianos; y la figura militar más destacada de aquella expedición era el capitán de L'Empordà Pere de Margarit.
Sería precisamente Miquel de Ballester el que, en aquel lugar, crearía el primer "pisoteo" (explotación de cultivo y extracción de azúcar) de la historia americana. La técnica del pisoteo era utilizada en la comarca valenciana de la Safor y, según las fuentes, Ballester la conocía por su relación comercial con los Borgia, productores de azúcar en sus fincas de Gandía (País Valencià). También, en aquel lugar, se crearía la primera fundidora de oro de la historia americana. Según las fuentes, la expedición colombina encontró oro en las aguas del río Verde o Camú. En aquella fundidora, el oro se lavaba, se fundía y se transformaba en monedas (para el comercio local) o en lingotes que se enviaban a la metrópoli.
Después de aquel terremoto, ni el asentamiento ni la fortificación fueron reconstruidos, y la población y las infraestructuras fabriles se trasladaron unos diez kilómetros río abajo. Según las fuentes, treinta años después del terremoto, La Vega (nombrada entonces Vega Vella) había pasado de tres mil habitantes a poco más de cien, y de ser un asentamiento ordenado urbanísticamente y con un elevado nivel de vida, a ser un simple poblado de cabañas dispersas ocupadas por familias muy humildes. Tres siglos y medio más tarde, la nueva ciudad de La Vega (fundada en 1563) acogería el nacimiento de Joan Bosch Gaviño (1909), hijo del tortosino Joan Bosch Subirats y 43.º presidente de la República Dominicana.