Tal día como hoy del año 1576, hace 444 años, en Bruselas era soterrado Lluís de Requesens i Zúñiga. Según las fuentes historiográficas españolas, murió exhausto en el ejercicio del cargo de gobernador general de la monarquía hispánica en los Países Bajos, y su cadáver estuvo expuesto a la intemperie durante tres días (desde que había muerto, el 5 de marzo 1576), por falta de fondos para soterrarlo. Según estas mismas fuentes, la administración hispánica era un verdadero agujero negro de corrupción y las provisiones dinerarias destinadas a mantener el aparato de dominio y represión en los Países Bajos siempre llegaban tarde y mal.

No obstante, y siempre según estas fuentes, Requesens (Barcelona, 1528 – Bruselas, 1576) tuvo una relación con las instituciones y con la sociedad de los Países Bajos radicalmente opuesta a las de sus antecesores, el sanguinario Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel ―duque de Alba― que durante su gobierno había creado el Tribunal de Tumultos (denominado también Tribunal de la Sangre) y había ordenado la incautación, la ejecución o la masacre de miles de personas; y del integrista Antoine Perrenot de Granvelle, que implantó la Inquisición y ordenó perseguir, detener y torturar ―también― miles de personas.

Según las fuentes historiográficas españolas, Requesens ―que llegó a Bruselas después de una larga carrera diplomática― siempre tuvo una actitud conciliadora con las instituciones políticas de los Países Bajos. No obstante, su nombramiento venía precedido del de capitán general del Mar de la monarquía hispánica. Dirigió a las tropas hispánicas contra el ejército de las Diecisiete Provincias de Flandes, con resultado desigual y, no siempre, consiguió contener los Tercios, que se cobraban la paga robando, saqueando, violando y asesinando la población civil. Después de la muerte y soterramiento diferido de Requesens, nunca más un catalán ostentaría el cargo de capitán general del Mar.