Tal día como hoy del año 1494, hace 524 años, según la mayoría de las fuentes documentales, y en el contexto de las campañas de conquista militar hispánica de las islas Canarias, el ejército armado y financiado de Alonso Fernández de Lugo era clamorosamente derrotado en el barranco de Acentejo (en el sector nororiental de la isla de Tenerife). Fernández de Lugo, haciendo uso de una práctica habitual en la época, había negociado con los reyes Fernando e Isabel unos importantes beneficios económicos y tributarios a cambio de asumir a título particular el coste de aquella empresa militar; en unas condiciones similares a las que había capitulado Cristóbal Colón antes de su primer viaje al Nuevo Continente. La monarquía hispánica, sin embargo, a diferencia de las capitulaciones colombinas de Santa Fe (1492) se había reservado la totalidad del dominio político y militar de las tierras que tenía que conquistar Fernández de Lugo.

La batalla de Acentejo sería el primer gran revés que sufriría el proyecto colonial de los Reyes Católicos. El ejército hispánico, que había robado y saqueado las pequeñas comunidades que encontraba por el camino, fue emboscado en un desfiladero. Aunque los hispánicos disponían de caballería y de artillería, no pudieron hacer nada ante el ataque a golpes de piedra del ejército guanche. Se estima que murieron 1.600 soldados hispánicos de los 2.000 que formaban aquel cuerpo de ejército. Los supervivientes huirían hasta la costa y abandonarían precipitadamente la isla. Poco después, la empresa quedaría controlada directamente por los Reyes Católicos, que encomendarían la campaña, entre otros, a Beatriz de Bobadilla, camarera de la reina y hermana del juez Fernández de Bobadilla, el mismo que —seis años después— desposeería a Colón de sus cargos en la isla Española, lo encarcelaría y lo deportaría a la metrópoli.