Tal día como hoy del año 1640, hace 377 años, se producía en el coll de Balaguer (l'Hospitalet de l'Infant, Baix Camp) el segundo enfrentamiento armado entre los ejércitos del Principado de Catalunya y de la monarquía hispánica, en el contexto de la guerra de los Segadores (1640-1652) en su primera fase, de carácter independentista (1640-1641). Este segundo enfrentamiento, a pesar de la escasa incidencia que tuvo sobre los efectivos militares de los ejércitos combatientes, marcaría el inicio del conflicto bélico. Después de la batalla del Coll de Balaguer, el país transitaría de un paisaje de revuelta contra la ocupación hispánica, que se remontaba a 1635, hacia un escenario de guerra convencional.

El primer enfrentamiento armado entre los dos ejércitos había sido tres meses antes, en septiembre de 1640, en Illa (Rosellón). En aquel caso, los ejércitos hispánicos acuartelados en el Rosellón, dirigidos por Juan de Garay, asediaron la villa de Illa con el propósito de capturar hombres y armas del ejército catalán que estaban dispuestos para el combate. La intervención del somatén popular y del ejército francés convirtió la operación hispánica de Illa en un fracaso sonado. Garay fue herido en la cabeza, tuvieron más de 500 bajas y perdieron varias piezas de artillería. La administración hispánica contestaría con una declaración de casus belli, que se iniciaría con una ofensiva de conquista desde el sur del Principado.

La administración hispánica, consciente de que no podría romper los canales de ayuda que el ejército catalán recibía desde Francia, concentró todos los esfuerzos en Tortosa (Baix Ebre) —los ejércitos inicialmente destinados a neutralizar la revuelta que se había declarado en Nápoles— e inició una ofensiva de conquista en dirección a Tarragona y Barcelona. El ejército hispánico, comandado por Pedro Fajardo (marqués de Los Vélez) y formado por 23.000 niños, 3.000 jinetes y 24 cañones, se enfrentaría al ejército catalán, comandado por Bernat de Boixadors y Josep d'Ardena y formado por 2.000 migueletes y dos cañones, que le salió al paso en el coll de Balaguer, a medio camino entre Tortosa y Tarragona.

La diferencia abismal de efectivos marcaría el resultado de la batalla. Boixadors y Ardena, conscientes de que no podrían parar el adelantamiento hispánico en el estratégico coll de Balaguer —el cual marca el límite entre las regiones naturales del valle del Ebro y el Camp de Tarragona—, trazaron una retirada ordenada hasta Cambrils y Tarragona, plazas provistas de construcciones defensivas y piezas de artillería que les permitiría conservar el grueso del ejército y reunir nuevos efectivos dispuestos al combate. La batalla del Coll de Balaguer sería la primera de una serie de enfrentamientos armados que confirmaría la definitiva naturaleza bélica del conflicto entre Catalunya y la monarquía hispánica.